Si hace crack...

Ernesto Tenembaum
Yo se lo voy a explicar. Es muy sencillo, si presta atención. Mire: ve allá, ese botoncito rojo, sólo es cuestión de apretarlo. Apoya el dedo índice derecho, le pone un poco de presión y ya está. En poco tiempo, todo se arregla. –Ehhh... usted dice... que si aprieto ese botoncito... no sé... a mí me da un poco de cuiqui. –Sí, por supuesto, es lo habitual, es comprensible. No se preocupe. Pero yo le garantizo que va a estar todo bien. Todo cambio implica riesgo, incertidumbre, sensación de abismo. Un psicólogo se lo explicaría mejor que yo. Pero quédese tranquilo. Relájese.

O sea... ese botoncito... ajá... y si lo aprieto, ¿qué pasa?... Quiero decir... ¿cuáles son sus primeros efectos?
–Es el botoncito que libera el cepo. Lo primero que va a sentir es una gran libertad. Podrá comprar los dólares que usted quiera. Ese límite no va a existir más. Es sencillo: va al banco, pide un dólar, o diez, o cien, o mil, y se lo venden.
–¡Qué bueno! ¿Y al mismo precio?
–¿Al mismo precio que cuál? ¡Si hasta hoy usted no puede comprar dólares! No: van a estar un poco más caros que el precio del dólar que no existía, porque no hay tantos como para venderlos al mismo precio.
–¿Cuánto más caro?
–No sé, pero póngale un cuarenta por ciento más.
–Entonces no voy a poder comprar tanto más.
–Ah, veo que entiende algo de economía. Bueno, por ahí no puede comprar mucho más pero sentirá los efectos positivos de un plan global. Si tiene unos minutos, se lo explico.
–Prefiero que me deje preguntarle.
–Con todo gusto.
–Digo yo, y si el dólar sube un cuarenta por ciento, ¿no ocurrirá que también suben los precios?
–Sí, claro. Los precios van a subir. No sé si tanto, pero van a subir.
–Y si suben los precios, ¿no sucederá que los gremios pidan más aumentos en las paritarias?
–Esto también está contemplado. Usted habrá visto que algunos sindicalistas ya están pidiendo un aumento del 50 por ciento en paritarias.
–Y no están hablando también de que van a aumentar las tarifas.
–Sí, porque se armó una bola de nieve con los subsidios, y el Estado no soporta más el nivel actual de déficit.
–Mire, a mí no me importa mucho comprar dólares. Pero hay algo que no entiendo para nada. Si nosotros tenemos hace años una inflación alta, digamos, del 25 por ciento promedio, y si esa inflación no es más alta porque están pisados el precio del dólar y las tarifas, ¿no será más alta aún si se liberan esos precios? Y si esto ocurre, ¿no se eliminarán los efectos positivos que se buscan al subir el dólar y empezaremos todo de nuevo? ¿Tiene lógica todo esto?
–Ah, usted quiere que le explique todo el plan, todo lo que estamos pensando. Se lo explico con gusto. Pero no se ponga nervioso. En serio se lo digo, está en manos de los mejores.
–Nada me gustaría más que tranquilizarme. Pero, por momentos, me parece que esta película ya la vi: en el 2014, por ejemplo.
–Es distinto. Este es un plan muy pensado que ataca por diversos frentes. El dólar, por ejemplo, va a estar más caro. Es cierto que eso se va a trasladar a precios y salarios pero no tanto como va a subir. Y, a partir de ahí, va a estar libre, pero controlado. La diferencia es que esa ventaja que vamos a conseguir nos va a dar un tiempo para que empiecen a tener efectos otras medidas. Gracias a la suba del dólar y a la caída de retenciones, en el campo van a invertir y liquidar más. Y entonces tendremos más divisas. Y mientras arreglemos los problemas con los acreedores, van a llegar más préstamos. Todo eso junto nos va a servir para que la industria no tenga problemas de insumos, vengan inversiones de todo tipo y muchos que tengan la plata guardada la vuelvan a poner, masivamente, por ejemplo, en la construcción, que ahora sí tendrá precios claros. Además, el Estado empezará a tener plata de nuevo para la obra pública. Usted se va a maravillar. En los primeros meses habrá algo de dolor. Cuesta mucho dar vuelta las cosas que estaban patas para arriba. Esto era como un armado artificial. Cada vez más guita en alfileres para sostener una estructura cada vez más frágil. Estamos sacando los alfileres. Algo se va a caer. Pero, en poco tiempo, se va a sentir el alivio. Van a entrar cada vez más dólares y la Argentina entrará una etapa de catch-up.
–¿De qué?
–Es lo que ocurre cuando un país, porque comete errores de política, queda artificialmente retrasado respecto del resto. Al volver a regir la ley de la gravedad, todo se recompone rápidamente y crece con velocidad. Eso es lo que le pasó a China: creció rápido, en parte, porque estaba detenida en el tiempo.
–¿Y usted está seguro de que eso va a pasar?
–¿Qué cosa?
–Todo eso: que si aprieta ese botoncito todo se pone bien, que invierten en el campo, y en la industria, y llueven dólares, y se reinstala la senda del crecimiento.
–Suena lógico, ¿no?
–Y... no sé... yo de esto no entiendo nada... pero puede pasar que los sindicatos se enojen porque despiden gente o los sueldos caen... o puede ser que la clase media se enoje porque todo aumenta más que los sueldos... o puede ser que calculen algo mal y el dólar se vaya más allá de lo que dicen... o puede ser que a los empresarios todo lo que hagan les resulte insuficiente y haya una salida de capitales persistente y muy destructiva... o puede ser que se frene el consumo y algunas empresas tengan que cerrar.
–Ah, es usted todo un optimista.
–No se crea, lo que pasa es que veo ese botoncito y me da un vértigo tre-men-do. Yo no lo apretaría. ¿A usted le parece que todos los cálculos están bien hechos?
–Bueno, esto es una ciencia, pero ni siquiera la ciencia más exacta puede prever cualquier efecto.
–¿Cómo sabe que los sindicatos van a aguantar la contención del salario? ¿Cómo sabe que los empresarios no se cubrirán ante futuras devaluaciones subiendo los precios más de lo que corresponde? ¿Cómo sabe que van a llegar inversiones tan rápido, antes de que se apaguen los efectos de la devaluación? ¿Cómo sabe que el campo va a empezar a invertir a lo pavote, en lugar de disfrutar las plata que le llueve de arriba y guardarla, encima, en dólares? ¿Cómo sabe que todo esto no genere una recesión que desestime cualquier inversión nueva en el país? ¿Cómo sabe que no van a hacer sufrir a la gente al divino botón? ¿Eh?
–Epa. Cuántas preguntas. No puede parar.
–¿Y qué le parece? Es demasiado fuerte todo, ¿no le parece?
–Serénese. Usted es argentino. Ya pasamos muchas de estas.
–Y tengo la peor pregunta.
–¿Cuál?
–¿No se podía aguantar un poco más como estábamos antes?
–¿Antes cuándo? ¿Usted dice aguantar como aguantó De la Rúa con el dólar barato? ¿Eso dice? Y, tal vez sí. Pero después hágase cargo: todo sería peor.
–¿Y ahora?
–Ahora va salir todo bien. Está todo perfectamente calculado.
–Ajá.
–¿Aprieta el botoncito conmigo?
–Ni en pedo.
–Bueno, usted se lo pierde. Ahí vamos. No se ponga así. Créame. Está todo controladísimo. Nada malo va a suceder. Bienvenido, una vez más, a la Argentina. Oíd mortales el grito sagrado.

Revista Veintitrés - 16 de diciembre de 2015

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