Los peligros de Martí

Entrar en contacto con la obra de José Martí nos ofrece una rara oportunidad de conocer, en un mismo autor, una visión del mundo dotada de una ética acorde a su estructura, y el ejercicio de esa éticas en un quehacer político sostenido por la fe en el mejoramiento humano, en la utilidad de la virtud, y en el poder triunfante del amor. En esa perspectiva, y precisamente por su valor para la tarea de conocernos y ejercernos en nuestra propia circunstancia, conviene llamar la atención sobre tres grandes peligros que nos acechan en la obra de Martí.

A propósito de los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa

Cuando nos enfrentamos a masacres como la de Ayotzinapa, las mismas interpelan la razón, ponen a prueba nuestra capacidad de comprensión ante la barbarie que es capaz de ejercer el poder en pos de sostener el sistema de explotación que garantiza sus intereses y sus prebendas.

Pero inmediatamente, la larga historia de genocidios, masacres y planes sistemáticos de aniquilación que se han desarrollado en nuestro continente, a partir de esa conquista a sangre y fuego sucedida hace más de 5 siglos y aún quiere ser presentada bajo una pretendida imagen romántica y aventurera que encierra el concepto del “descubrimiento de América” demuestra su plena vigencia en el siglo XXI.
Pueblos originarios, mestizos, pobres, revoltosos, revolucionarios o “sospechosos de” siguen siendo las victimas y los objetivos del poder que, con represiones como esta, busca periódicamente disciplinar y atemorizar a quienes osan luchar por sus derechos en nuestramérica.

A descolonizar de la mano de la generala Azurduy

"Es una forma de descolonizarnos”, expresó el mandatario boliviano Evo Morales al inaugurarse la escultura de la luchadora de nuestra independencia latinoamericana, Juana Azurduy, que reemplazó a la del conquistador Cristóbal Colón, en medio de fuertes polémicas.

Desde la remoción de la escultura del navegante genovés, varias organizaciones descendientes de italianos se sintieron perjudicadas y los medios opositores al oficialismo lo aprovecharon para retrucarle al Gobierno.

Si bien la palabra colonizar viene del latín colonia, su similitud con el apellido del descubridor de América es llamativa. Y Azurduy representa a todos los que nacieron en este suelo, porque es parte de nuestra historia.

Juan Carlos Junio, diputado nacional del Partido Solidario, afirmó que “en nuestro país, los monumentos son el resultado del triunfo político y, en consecuencia, cultural de un sector y una clase social; por eso, Bartolomé Mitre y Julio Argentino Roca están en muchas de nuestras plazas”.

La figura de Juana Azurduy de Padilla (Bolivia 1780-1862) ha sido, en estos años, rescatada del olvido y de la indiferencia de los relatos hegemónicos, a través de piezas teatrales, también novelas biográficas e inclusive musicales históricos. Sin olvidar que en 1969 Félix Luna y Ariel Ramírez compusieron junto con la cantante Mercedes Sosa el disco Mujeres argentinas, que fue una especie de premonición a los estudios que se realizarían más tarde sobre estas guerreras.

En 1825, Simón Bolívar declararía heroína a Juana Azurduy y decretó que se le diera una pensión vitalicia de sesenta pesos mensuales que, con el tiempo, jamás recibiría. En un decreto firmado por Pueyrredón el 13 de agosto de 1816 se le concedió el uso a la utilización del uniforme militar que Manuel Belgrano concretizó dándole su propio sable.

Juana actuaba siempre acompañada con sus ejércitos llamados los Leales (a la causa de la revolución) y sus Amazonas, compuesta generalmente por mestizas e indias, que seguían entusiastamente a la guerrera durante los años 1811 hasta 1825.

Será también la representación de la madre en oposición a las luchas que enfrentaba contra los realistas, o como diría la escritora Elisa Algañaraz, Juana es la matriarca, se unirá siempre al símbolo de la Pachamama con su fertilidad provocando el binomio madre-tierra. Tendrá cuatro hijos y perderá tres de ellos y su última hija, Luisa, nacerá en el fragor de la batalla. También perderá a su esposo cuando éste intenta salvarla y el enemigo lo degüella.

Cuando aparece en la escena política Juana Azurduy, la presencia femenina –en el Alto Perú y en el Virreinato del Río de la Plata– motivará un desafío para las mujeres. Ellas fueron espías, correos y muchas veces lucharon en la guerra de guerrillas o también llamada la guerra de las republiquetas.

Terminada la guerra va desapareciendo la figura de Juana en el mapa histórico del siglo XIX, en el que endurecen y afean su rostro, la acusan de tener actitudes varoniles, denigran su nombre en la masculinidad y le hacen atravesar una agonía de treinta y siete años de total indiferencia.

Cecilia Merchán, coordinadora del Comité para la Lucha contra la Trata y Explotación de Personas “Juana Azurduy”, viene trabajando desde hace años para recuperar la figura de Juana en nuestra historia. “Los verdaderos patriotas no están especulando respecto de su futuro y Juana murió en la extrema pobreza. Silenciada como la mayoría de las mujeres latinoamericanas que no están retratadas en la historia oficial, recuperar a Juana es recuperar a cientos de mujeres olvidadas y a nosotras mismas”, afirmó Merchán.

Finalmente, llegó el reconocimiento oficial y su escultura de bronce, creada por el escultor Andrés Zerneri, se ubicó de cara al continente, en la ahora rebautizada plaza Azurduy. “El monumento a Colón miraba hacia Europa y Juana Azurduy mira hacia América. Cada obra mira hacia donde le importa”, señaló Zerneri (ver abajo).

La escultura sostiene en su mano izquierda una espada y carga en la espalda a cuatro de sus cinco hijos, junto a representantes de las etnias colla, aimara, quechuas y tarabuqueños.

“Poner a Juana Azurduy en lugar de Colón expresa que le estamos dando importancia a la unidad latinoamericana. Por supuesto que va a haber rechazo porque son las mismas miradas que siguen encontradas respecto a cómo tiene que ser nuestra integración al mundo. Les preocupa cómo podemos rever la historia y nuestra integración”, sostuvo Merchán.

La ceremonia de inauguración del monumento a la heroína de estas pampas, de la que participaron los presidentes de Bolivia y Argentina, Cristina Fernández de Kirchner dio comienzo al Festival de la Integración, con espectáculos y feria de productos artesanales de ambos países.

Juana de América o la Juana de Arco boliviana, verá su recompensación en estos últimos años.

La más grande heroína de nuestra independencia

Ya desde su origen familiar salía fuera de lo que era común. Su padre, Matías Azurduy, descendiente de una familia “hidalga” de Navarra, era propietario de una rica hacienda en Toroca, provincia de Chayanta, cercana a la ciudad de Chuquisaca. Sin embargo, estaba casado con Eulalia Bermudes, que era “mestiza”, lo que en la conservadora sociedad altoperuana era una rareza. Más lo fue que, pese a esa “mancha de linaje”, Juana recibiese instrucción de primeras letras y catecismo en la parroquia de Santo Domingo.

“Este sistema ya no se aguanta”

Hubo muchos momentos destacados en la gira del papa Francisco por Ecuador, Bolivia y Paraguay, discursos y homilías que impactaron o pasaron inadvertidos en el fárrago de la realidad continental. Sin embargo, la participación del pontífice en el segundo Encuentro Mundial de los Movimientos Populares, el jueves pasado en Santa Cruz de la Sierra, sintetizó, sin eufemismos, el pensamiento del jefe del Vaticano sobre la actual coyuntura económica y social y su interés en dialogar con representantes de organizaciones sociales de todo el mundo, confesionales o no, a los que considera en capacidad de producir cambios favorables a los pueblos.

9 de Julio de 1816 – 9 de Julio de 2015

A sólo un año del Bicentenario de la Independencia de nuestra Patria, aquella lucha que se dió a lo largo de dos siglos sigue presente. Existieron y existen dos modelos de país, uno soberano, justo e independiente, y otro entregado a los designios foráneos y profundamente desigual. De cara a una nueva elección presidencial, como marca nuestra constitución, seguimos viendo claros representantes de ambos pensamientos: unos buscan un cambio hacia el pasado y otros queremos profundizar el actual proyecto de cara a un futuro inclusivo, soberano y justo. Por eso, recordar aquella lucha implica fortalecer y reafirmar nuestros ideales de hoy. La Declaración de Independencia del 9 de julio de 1816 en la ciudad de Tucumán, representó un período de ascenso del modelo de país que en aquel momento encarnaban José de San Martín, Manuel Belgrano, Gervasio Artigas, Simón Bolívar y Bernardo Monteagudo, entre tantos otros. Aquel proyecto político que pretendía la soberanía, ante el colonialismo, representaba la fuerza progresista y democrática de la incipiente República Argentina y que gestaba en su visión, el faro que guiaría a otros patriotas que a lo largo de dos siglos mantuvieron vigente esta convicción y estos ideales.

Matanza en Carolina del Sur

Decir que el racismo está flor de piel en los Estados Unidos es llover sobre mojado. Permanentemente, la comunidad afroamericana viene siendo agredida de las formas más brutales. Algunas de ellas han sido documentadas, sobre todo las que involucran a las fuerzas policiales, y circulan profusamente por internet. Hay protestas e indignación, es cierto, pero no lo suficiente. Se trata de un problema nacional que debería ser abordado con mucho mayor ímpetu.