La matanza de Charleston: necesitamos oraciones, pero también acabar con este genocidio político

De un modo que no es distinto al de cuando cuatro niñas fueron asesinadas en un atentado con bomba en una iglesia de Birmingham, en el estado de Alabama, en 1963, nuestro país y el mundo se sienten apenados y escandalizados por el odio y la matanza sin sentido de nueve afroamericanos en la histórica iglesia Emanuel AME (Africana Metodista Episcopal) de Charleston, en Carolina del Sur. Entre los muertos se cuentan su pastor y un senador del estado. Hace tres décadas Operación Empuje (Operation Push), la organización que fundé en 1971 para mejorar el estatus económico de los afroamericanos, celebró su convención nacional en esta iglesia.

Del canibalismo a la inclusión social

Vivimos un momento cuya trascendencia se oscurece al ritmo de las banalidades de la campaña electoral. El escenario político aparece dividido y las causas de la polarización no son claras. De un lado, el Gobierno propone profundizar un proyecto de inclusión social que, con sus más y sus menos, ha intentado concretar a lo largo de los últimos años. Del otro lado, una derecha rabiosa proclama el “fin del ciclo K”, pero no explicita el proyecto de sociedad al que aspira. Su objetivo es, en realidad, una vuelta al pasado. La inclusión social, la integración nacional, la participación activa de la población en el debate de políticas y en el control de gestión son algunos de los problemas medulares del momento. Sin embargo, la farándula política los oculta. Esto no es casual.

En otras notas publicadas en este diario hemos analizado la crisis global del capitalismo (Página/12: 6/1/2015; 15/7/2014; 14/3/2014). Esta no es sólo una crisis económica. Es también una crisis del sistema democrático liberal. De esto se habla poco y nada. Sin embargo, es un problema central. En lo que sigue abordaremos algunos aspectos de esta cuestión que, a nuestro entender, ayudan a comprender las limitaciones de nuestro propio sistema político.

La UBA y una grave crisis de sentido

El actual gobierno de la Universidad de Buenos Aires ha sido noticia recientemente por la escandalosa renuncia del vicerrector Darío Richarte, y, poco más tarde, por la del decano de la Facultad de Ciencias Económicas –José Luis Giusti-, incluídas denuncias de corrupción.

Estos hechos, por cierto, constituyen la evidencia de una situación de desmadre que vive la casi bicentenaria institución, y que requiere de distintas lecturas. Centrarse en una discusión anecdótica que ponga foco en la presunta personalidad cleptomaníaca de Giusti podría alimentar las crónicas amarillas de la prensa, pero no permitiría comprender hasta qué punto la Universidad más prestigiosa del país, y la segunda más antigua, padece una verdadera crisis de sentido y de proyecto académico y político.

Federico Schuster, consejero superior de la UBA y uno de los principales referentes de “Otra UBA es Posible”, un espacio que defiende la exigencia de repensar y rehacer la universidad pública, resumió que el punto de partida es la crítica al actual estado de cosas: “Nos preocupa el divorcio que se ha generado entre el Consejo Superior y la vida cotidiana de los claustros”.

Si la UBA mantiene un nivel de prestigio y calidad académica respetables es por el esfuerzo permanente de sus docentes, el compromiso y la exigencia de sus estudiantes y la tarea de sus trabajadores no docentes. Es en este contexto de vastísima tradición universitaria donde conviven quienes estudian y trabajan en las aulas, los laboratorios, los hospitales, los colegios, los institutos y las oficinas. Pero también donde se padece la falta de un proyecto universitario, la lejanía de los centros de decisión y la ausencia de transparencia en los procesos administrativos, presupuestarios y académicos.”

La exigencia de reconstruir la UBA supone operar sobre, al menos, tres niveles simultáneos. En primer lugar, poner en discusión qué Universidad necesita nuestro país, en un marco continental de grandes transformaciones económicas, culturales y educacionales. Nuestra América ha reactualizado el proyecto de Patria Grande pensado por los fundadores, y así como todos los ámbitos de la vida social están sujetos a revisión y a invención, el debate sobre el sentido de la institución debe converger en esta disputa colectiva de nuestra época. ¿Cómo democratizar el acceso a la educación? ¿Cómo democratizar el conocimiento? ¿Cómo alinear la vida universitaria a un proyecto político y civilizatorio que se funda en la ampliación de derechos y en la lucha por la igualdad social y cultural?

Una segunda línea de revisión pasa por la redefinición de sus funciones tradicionales: la formación, la investigación y la llamada extensión y/o transferencia. Los cuestionamientos a los viejos formatos pedagógicos y científicos, y los epistemológicos, obligan a reflexionar y ensayar nuevos modos de ser de la educación superior. Hay ya experiencias con resultados positivos y alentadores caminos innovadores, como ocurre en universidades relativamente nuevas en la provincia de Buenos Aires y, en menor medida, en algunos ámbitos reducidos de la propia UBA, sobre la base de valorables esfuerzos de docentes, decanos e investigadores.
Por último, hay que repensar los caminos para democratizar el gobierno y el poder en la propia Universidad, su relación con el territorio y la comunidad que la rodea y sus contextos.

A casi un siglo de la Reforma de 1918, en el marco de grandes tareas pendientes, resulta decisivo asumir que el problema es estructural y de proyecto. La UBA debe asumir el reto de volver a ser un polo público y político de la cultura, la ciencia y la tecnología. Los distintos estamentos de nuestra Universidad enfrentan el desafío de luchar para salir del laberinto en que la encerraron décadas de inercia, mediocridad y autoritarismo, resultantes de una ideología funcional a los poderes económicos y culturales. Se trata de que la comunidad académica se empodere con el fin de reconstruir o, mejor, reinventar el proyecto institucional, elaborando colectivamente un nuevo ideario de nuestra época, que dé respuesta a los cambios de la sociedad contemporánea y al proceso de liberación que protagonizan los pueblos americanos.

Condenas de cinco a ocho años para un matrimonio y un médico por apropiarse de una hija de desaparecidos

Los padres estuvieron secuestrados en la ESMA y aún se desconoce qué les ocurrió; la beba nació en el Hospital de la Armada; la Fiscalía había solicitado penas de entre siete y diez años de prisión

La Justicia condenó hoy a un matrimonio y un médico acusados de la apropiación en 1978 de una beba nacida en el Hospital Naval, cuyos padres estuvieron secuestrados en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) y siguen desaparecidos.

Los jueces del Tribunal Oral Federal 5 (TOF5) impusieron ocho años de cárcel a Juan Carlos Lavia; seis años y seis meses de encierro a su esposa, Serafina Susana Marchese; y cinco años de prisión al médico Francisco Vicente De Luca, todos civiles, por delitos considerados de lesa humanidad e imprescriptibles.

La Fiscalía había solicitado penas de 10 años de prisión, ocho y siete, para Lavia, Marchese, y De Luca, respectivamente.

En este juicio se ventiló el caso de la apropiación de Florencia Laura Reinhold Siver*, que nació por cesárea el 16 enero de 1978 en el Hospital de la Armada, ubicado frente al Parque Centenario, donde fue atendida su madre, Susana Siver, de 21 años, que había sido secuestrada el 14 de agosto de 1977 y estaba embarazada de cuatro meses.

El padre, Marcelo Reinhold, de 22 años, también fue secuestrado aquel día, junto a un amigo, Alejandro Odell, en la localidad bonaerense de Haedo. Todos terminaron recluidos en el centro ilegal de detención que funcionó en la ESMA.

La pareja había militado en Juventud Universitaria Peronista (JUP) de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y luego ingresó a la organización guerrillera Montoneros.

Cinco meses después de su secuestro, Laura empezó a sentir contracciones y fue trasladada al hospital Naval, donde alumbró a su hija asistida por el jefe de Ginecología. Luego madre e hija volvieron a la ESMA y estuvieron juntas unos 15 días. La pequeña llegó a manos del matrimonio acusado de la apropiación supuestamente de manos de Aldo Clemente Chiappe, un médico ya fallecido que trabajaba en la ESMA y el sanatorio del sindicato Unión Obrera Metalúrgica (UOM) de Haedo, donde era compañero de Lavia.

El matrimonio Salvia-Marchese habrían anotado el 10 de febrero de 1978 a Florencia Laura como hija propia en el registro civil con una acta de nacimiento que supuestamente decía que el nacimiento tuvo lugar tres días antes en la casa familiar, en la calle Honduras 4059, y tendría la firma del médico De Luca.

Con los años Florencia Laura se casó y formó su propia familia, pero tuvo dudas sobre su origen y se acercó a Abuelas de Plaza de Mayo y accedió a hacerse el análisis de ADN, que en 2011 determinó su verdadera identidad. Es la nieta recuperada número 105.

*Nieta de Agusto Reinhold, expresidente del IADE

Infinita tristeza

El campo del intelectual es por definición la conciencia. Un intelectual que no comprende lo que pasa en su tiempo y en su país es una contradicción andante y el que comprendiendo no actúa tendrá un lugar en la antología del llanto pero no en la historia viva de su tierra.
Rodolfo Walsh

Con infinita tristeza nos despedimos de Norma Giarracca.

Fue Norma quien nos formó como docentes e investigadores. Quien nos mostró que se puede investigar sin perder la rigurosidad académica mientras nos comprometíamos con nuestra realidad para transformarla. Quien nos invitó a investigar y a conocer con diversos movimientos sociales. Quien nos enseñó que los saberes académicos pueden y deben dialogar con otros saberes invisibilizados y ocultos. Quien nos transportó hacia múltiples territorios insurgentes de toda Nuestra América, practicados y habitados por campesinos e indígenas, por trabajadores desocupados y asambleas de autoconvocados por la vida, por chacareros, mujeres agropecuarias en lucha y cañeros y... los zapatistas con quienes Norma tenía un sentimiento especial en su lucha por la autonomía y el “mandar obedeciendo”.

Con Norma nos fuimos formando como investigadores, decíamos, pero también como personas críticas (incluso para discutir con ella misma), es decir, como mejores personas...

En ese camino de formación, Norma fue (y es) nuestra maestra, con ella compartimos momentos buenos y momentos malos: risas y llantos, discusiones, debates, discrepancias y reconciliaciones, pero siempre desde la honestidad intelectual y el compromiso con la investigación social crítica y transformadora. Ella también aprendía con nosotros, discutíamos, pensábamos, creábamos...

Norma nos introdujo a una infinidad de pensadores de distintas geografías y calendarios que fueron abriendo nuestras cabezas, nosotros llevamos a algunos otros para abrir también la suya. Con Norma conocimos también a muchos otros colegas, a muchos militantes y activistas de Nuestra América y el mundo, gracias a esa capacidad que tenía de tejer redes, de enlazar personas y pensamientos distantes para acercarlos, para enredarlos (para enredarnos) en experiencias académicas y/o militantes, comprometidas con “la historia viva de su tierra”, como decía Rodolfo Walsh.

Con Norma aprendimos que investigar es también una pasión. Esa pasión por la investigación que nos transmitió en los trabajos de campo, en los proyectos, en las clases, en los territorios, en el Instituto Germani, en la oficina 5 –tan pequeña, tan grande– donde ya la estamos extrañando... donde ya, querida Norma, te estamos extrañando.

El desafío será entonces continuar con tus líneas de investigación y tu compromiso, continuar con esas redes tejidas y enredadas que construiste, continuar con Miguel –tu compañero de vida y de pasión por investigar– ese hermoso camino que nos enseñaste.

Gracias infinitas por estos años compartidos.

Muchas voces, un grito

Como textos escritos con sangre, desde que se lanzó la convocatoria a manifestarse para forjar una voz colectiva que les diga ¡basta! a los femicidios, nuevos nombres se sumaron a la lista de víctimas. Puesta la atención sobre los cuerpos que se restan, los proyectos que no van a concretarse, las rebeldías que no se abrirán ya a nuevas historias de vida, las noticias de diarios locales, de ciudades pequeñas como La Esquina, en Corrientes, por ejemplo; en Campana, provincia de Buenos Aires, o el último y más espectacular, en Monte Hermoso, también en Buenos Aires, se amplifican, se replican, son la constatación de la necesidad del grito colectivo que busca su voz, su tono más estridente, la voz de la rabia y el hartazgo.

“No nos reconocemos como trabajadores esclavos”

Cuando el calor del fuego que encendió el taller de Páez 2796 aún calentaba el hormigón del edificio, cientos de vecinos, organizaciones y sindicatos participaron de una asamblea en Flores para analizar la situación de los trabajadores textiles del barrio. El de aquella noche fue el primero de una serie de encuentros que convocan a diversos actores sociales, imantados por la tragedia que provocó la muerte de dos niños de 10 y 7 años que vivían junto a su familia en uno de los miles de talleres textiles porteños.

“En aquella época, esta obra tuvo mucha oposición”

“La verdad es que nunca se me hubiese ocurrido”, dispara Víctor Heredia, contundente, con la ocurrencia recién salida de las máquinas de impresión. Está tranquilo, sentado en la cocina de su casa de Palermo (un remanso en la jungla, casi) y la referencia es hacia el libro que presentará hoy a las 18 en la Sala Juan Rulfo del pabellón amarillo de la Rural, en el marco de la Feria del Libro. Un trabajo cuyo nombre seguramente suena y resuena (Taki Ongoy - Las lágrimas de América) pero que cambió de soporte. Mutó de forma. Lo que fue, es y será un disco tan emblemático como necesario para la cultura americana, se transformó en 155 páginas que emergen como sostén de aquellas músicas, de aquellas letras que les cambiaron la conciencia a muchos.

"En cooperativa, uno más uno da tres"

El 28 de febrero de 2015, en Roma, en ocasión del 70° aniversario de la recreación de Confcooperative, 7.000 miembros de esta Confederación tuvieron una audiencia especial con el Papa Francisco. A continuación reproducimos el imperdible mensaje del primer pontífice latinoamericano.

Queridos hermanos y hermanas: ¡Buenos días!

¡Esta última [haciendo referencia al coro] ha sido la «cooperativa» más melodiosa! ¡En hora buena!

Gracias por este encuentro con vosotros y con el mundo al que representáis: el de la cooperación.

¡Las cooperativas lo desafían todo, incluso desafían la matemática, pues, en una cooperativa, uno más uno da tres! Y, en una cooperativa, un fracaso es medio fracaso. ¡Esto es lo bonito de las cooperativas!

Talleres ilegales; camas calientes

Clandestinidad, explotación, esclavitud. Palabras que resumen pero no explican esa realidad subterránea que componen los talleres textiles escondidos en lugares insospechados de la Ciudad. Bajo los adoquines no está la playa, persiste una vida miserable en común que fabrica una comunidad forzosa, a punto de incendiarse. Ese lazo inexplicable de anónimos se anuda por un salario inexistente y una cama que nunca se enfría porque quienes caen semimuertos a dormir se turnan para descansar. Igual que en los tiempos de la Revolución Industrial. Pero sin siquiera un futuro dudoso del otro lado de las ventanas. La condena que han recibido por creer en el sueño latinoamericano es seguir produciendo en un estado de excepción permanente.

Excepción para el explotador que quiere hacer una diferencia importante en poco tiempo en el mercado de la ropa legal o trucha: el producto es el mismo, sólo cambia el precio. Excepción para el trabajador que cree estar en la antesala de algo mejor. Error. Recorren una cinta sinfín.

El fenómeno tiene un lado visible, paradójico y cruel. Tanto el mundo de la alta costura como el de los vestuarios que se enciman en los percheros de todas las clases sociales esconden esa mano esclava.