Gobernar para las élites. Secuestro democrático y desigualdad económica
La desigualdad económica crece rápidamente en la mayoría de los países. La riqueza mundial está dividida en dos: casi la mitad está en manos del 1% más rico de la población, y la otra mitad se reparte entre el 99% restante.
El Foro Económico Mundial considera que esta desigualdad supone un grave riesgo para el progreso de la humanidad. La desigualdad económica extrema y el secuestro de los procesos democráticos por parte de las élites son demasiado a menudo interdependientes.
La falta de control en las instituciones políticas produce su debilitamiento, y los gobiernos sirven abrumadoramente a las élites económicas en detrimento de la ciudadanía de a pie. La desigualdad extrema no es inevitable, y puede y debe revertirse lo antes posible.
Flamantes propietarios
Los trabajadores de la ex Zanón, que gestionan la fábrica desde el año 2000, tienen el título de propiedad desde el miércoles 15. Una lucha que fue ejemplo de resistencia contra el atropello patronal y la desocupación.
Si la recuperación de los propios trabajadores de empresas quebradas fue uno de los procesos más interesantes que se dieron con posterioridad a la crisis de 2001, la experiencia de Fasinpat (Fábrica Sin Patrones, de la ex cerámica Zanón), posiblemente constituya su caso más emblemático. Luego de doce años de incansable lucha, la justicia neuquina les otorgó el título de propiedad a los 450 trabajadores que integran esta cooperativa, lo que les permitirá acceder a créditos para modernizar la producción y bajar los costos.
Obstáculos y objetivos
El Gobierno debió enfrentar, esta semana, su decisión más complicada en materia económica en más de diez años en el poder: aplicar un instrumento de política del cual renegaba por sus previsibles consecuencias regresivas –la devaluación–, pero sin perder los objetivos de crecimiento, empleo e inclusión social. Lo primero, la devaluación, fue el resultado de una prolongada y sangrienta (medida por el drenaje de reservas) pulseada con poderosas corporaciones económicas y financieras que desarrollaron, de todos los modos posibles, su artillería para acorralar a las autoridades. Pulseada en la que el Gobierno debió finalmente ceder.
El reino del capital especulativo
Cuando el ciclo económico largo de la segunda posguerra empezó a agotarse, el diagnóstico triunfante fue que el crecimiento se había debilitado por excesivas reglamentaciones. En las palabras de Ronald Reagan, de solución el Estado pasaba a ser el problema.
Excesiva cantidad de reglamentaciones respecto a la circulación del capital, hacia empresas estatales, hacia contratación de mano de obra, frenaban el ímpetu invertidor del capital. Déjese fluir libremente el capital, levantando todas las normas que lo incomodan y volverán las inversiones, y con ella el crecimiento económico y todos ganarán, decían las propuestas vencedoras del ex presidente de Estados Unidos.
Y así han triunfado el diagnóstico y las soluciones neoliberales. Todo el arsenal neoliberal se puede sintetizar en desreglamentaciones: apertura de los mercados nacionales al mercado mundial, privatización de empresas estatales, contratación precaria de mano de obra.
Pero la propuesta neoliberal ignoraba una advertencia de Marx, según la cual el capital no está hecho para producir, sino para acumular. Liberado de trabas, los capitales no se concentraron en las inversiones productivas, sino que se trasladaron hacia donde ganan más, con menos impuestos y más liquidez: la especulación financiera. Se ha acumulado mucho más capital, con mucho menos producción.
Hubo un gigantesco proceso de transferencia de capitales, en escala mundial, del sector productivo al sector financiero. No es que haya empresarios productivos y otros especulativos. Todos los grandes grupos económicos tienen, en su cabeza, una institución financiera, que reparte las inversiones, haciendo que a menudo tengan más ganancias las provenientes de la especulación que las que vienen de la producción.
La razón de fondo por la cual el ciclo largo actual es recesivo reside precisamente en ese mecanismo de incentivo a la especulación financiera, con altas tasas de interés, canalizando los capitales hacia la compra y venta de papeles, que no produce bienes, ni empleos.
Es, a la vez, la traba fundamental a que las economías de los países puedan retomar ciclos de expansión. Se puede decir que los problemas comunes que hoy enfrentan países como Argentina, Venezuela, Brasil y otros de Latinoamérica, así como España, Grecia, Portugal, entre otros de Europa, se deben a esa fuerte tendencia especulativa y recesiva impuesta por los capitales financieros.
Aun creciendo, las economías latinoamericanas sufren las presiones recesivas provenientes del centro del capitalismo. Al igual que las economías europeas tiran alcohol al fuego, al buscar soluciones neoliberales a su crisis neoliberal.
La especulación financiera busca imponer un cerco a gobiernos como los de Argentina y Venezuela, obligándolos a devaluaciones –abiertas o no–, pero incrementando, a la vez, riesgos inflacionarios, que producen desgastes en los salarios, como es típico del cruel círculo vicioso que las economías latinoamericanas han vivido en un pasado reciente.
El gran tema contemporáneo de la era neoliberal es, por lo tanto, cómo quebrar la hegemonía del capital financiero en su modalidad especulativa, para transferir recursos masivos hacia las inversiones productivas. Las presiones mediáticas respecto a los riesgos inflacionarios no tienen por objetivo cuidar el poder de compra de los salarios, sino lograr que las tasas de interés se mantengan altas, favoreciendo las ganancias especulativas.
Aun con el inmenso desgaste del neoliberalismo por la profunda y prolongada crisis en el centro del capitalismo, del cual no logra salir, la hegemonía neoliberal sobrevive, sobre todo porque está anclada en el rol central del capital especulativo. Sin quebrar esa hegemonía, con vigorosas acciones reguladoras y de inversiones de parte de los Estados, así como de acciones coordinadas de procesos de integración regional –como los existentes en América del Sur, como el Mercosur, el Banco del Sur–, no será posible superar el reino del capital especulativo.
La desigualdad definirá la próxima década
La globalización ha hecho del mundo un lugar más igualitario, elevando los recursos de miles de millones de personas en los últimos 25 años. Pero, al mismo tiempo, ha hecho que los países ricos sean más desiguales, reduciendo los ingresos de la clase media y baja.
Durante un tiempo, la crisis financiera parecía haber revertido la tendencia hacia una mayor desigualdad en los países industrializados. Pero los datos más recientes sugieren que fue sólo una breve interrupción.
Eventuales implicancias de un Acuerdo de libre comercio del Mercosur con la Unión Europea
La firma de acuerdos comerciales como el que se propone la Unión Europea (UE) en forma inmediata con el MERCOSUR no puede quedar sólo en manos de un grupo pequeño de “especialistas” y la presión de grupos de interés o medios de comunicación superficiales, sectarizados o interesados. Es necesario requerir transparencia en las negociaciones y ponerlas en debate público, eliminando los niveles de confidencialidad que exigen los europeos.
A propósito del impuesto a los bienes personales
La ausencia de una política tributaria es una toma de posición en sí misma: significa dejar que los sectores privados jueguen con prescindencia total de cualquier regulación del Estado, ahondando las diferencias distributivas.
Así, toma relevancia tanto el origen de los recursos tributarios (quiénes pagan los impuestos) tanto como donde se aplican o “gastan”. Si la recaudación se centra en impuestos que gravan el consumo, el sistema tributario es regresivo y no contribuye a una distribución del ingreso más equitativa.
“Quieren generar un clima de desmadre”
Hugo Yasky rechazó de plano la propuesta que impulsaría la CGT de Antonio Caló de hacer paritarias trimestrales. “Si tuviéramos que discutir salarios cada tres meses, los trabajadores estaríamos en el peor de los mundos”, aseguró ayer, entrevistado por Página/12. El titular de la CTA cercana al Gobierno advirtió que “la Sociedad Rural, los grupos empresarios más fuertes y algunos multimedios están enfocados en generar un clima de desmadre de la economía porque quieren que el kirchnerismo termine como terminó Raúl Alfonsín, con una situación que después les permita a ellos justificar las políticas de shock que quieren aplicar”. En este paquete puso al massismo y a la ortodoxia económica.
La grieta principal
Barack Obama se equivocó. Dijo que en su país el nivel de desigualdad “se está aproximando a los de países como la Argentina o como Jamaica”. Lo dijo en un contexto discursivo de preocupación, dando por sobreentendido que la Argentina y Jamaica están aún peor que Estados Unidos. Pero lo cierto es que Estados Unidos es más desigual que esos dos países.
La economía, según Ferrer
Hablar con Aldo Ferrer es hacerlo con la heterodoxia económica en persona. Desde que egresó de la Facultad de Económicas, allá por la década del ’50, que viene luchando –muchas veces en soledad– contra las posturas económicas liberales y neoliberales. Es el faro y la inspiración de la mayoría de los economistas heterodoxos. No concibe a la Argentina sin el desarrollo de una estructura productiva fuerte, con la industria en el centro de la escena. En charla con Veintitrés, habla de la coyuntura económica y le saca dramatismo a la situación, al tiempo que descree que, de imponerse en 2015, la oposición vaya a desandar lo conseguido durante el kirchnerismo.