Guerra de información en Venezuela
En el manual La Guerra de la información en Venezuela se explora una serie de conceptos de la guerra media?tica (por lo tanto psicolo?gica) en los que se concentran los mayores esfuerzos desestabilizadores e intoxicantes de la informacio?n y el entendimiento sobre el Proceso Revolucionario Bolivariano y sus frentes de ataque.
Todos los conceptos y te?rminos incluidos en este manual esta?n vinculados a procedimientos especi?ficos, estudiados, realizados mediante me?todos establecidos en las escuelas de formacio?n militar y en los manuales de los servicios de inteligencia de la OTAN.
Conocerlos, revelar las mentiras o medias verdades orientadas que empotra es el principio para irlos desmontando. Al nombrar lo oculto, al exponerlo, darle nombre a tal o cual procedimiento, traerlo al mundo visible, es desactivarlo. Conocerlos es quebrar al enemigo.
Este manual es una publicación de la Misión Verdad que fue creada en el año 2013 con el fin informar y desenmascarar, dicho texto no tiene autor ni datos de publicación, pero posee 46 términos y conceptos.
América latina es el blanco móvil de los nuevos golpistas
Fundaciones que se apropian de la palabra “libertad” reúnen a la derecha más granada. Los “golpes blandos”, que han afectado a Venezuela, Argentina, Honduras o Ecuador, sin fuerzas militares a la vista pero con la ofensiva de poderosos medios informativos y presiones sobre la economía, tienen origen y entramado común.
La entrega del agitador ultraderechista Leopoldo López en Caracas el pasado martes 18 fue escenificada mediáticamente para desviar la atención de los graves atentados que impulsó siguiendo la estrategia de “revolución pacífica” y utilizando francotiradores para crear el caos.
“Nosotros tenemos que ser los constructores de la paz, seguir resistentes”, expresó este miércoles el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, en rechazo a la violencia promovida por grupos de la derecha. Para deslegitimar la propaganda opositora, subrayó que “llegó el momento de la paz”.
Por su parte, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, aseguró el mismo miércoles 19 que en su país la democracia está amenazada por una alianza conformada por la extrema derecha latinoamericana y mundial. “Los procesos de desestabilización recaen siempre sobre gobiernos progresistas”, agregó. “Miren con detenimiento lo que está pasando en Venezuela y Argentina”, añadió.
El 28 de junio de 2009 había sido derrocado en Honduras el presidente constitucional y democrático Manuel Zelaya. En esa ocasión, Correa había definido el hecho como una “prueba piloto”. El 22 de junio de 2012, en Paraguay, esa misma “alianza de la extrema derecha latinoamericana y mundial” puso fin al gobierno democrático de Fernando Lugo.
A su vez, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, declaró también el miércoles que “estamos trabajando en una legislación para desalentar toda forma de violencia en las marchas” en una entrevista con una radio de Alagoas. Rousseff insistió en que defiende el derecho a manifestarse, pero repudia los “actos de vandalismo practicados por personas que esconden el rostro”.
En todos los países latinoamericanos gobernados por movimientos reformistas se observa una combinación de masivos ataques mediáticos, maniobras de desestabilización económica, alzamientos policiales, boicot de la Justicia a las reformas y manifestaciones opositoras que rápidamente escalan hacia actos violentos, utilización de las redes sociales para organizar acciones opositoras “espontáneas”, etc. Para entender el entramado que sostiene estas campañas, es conveniente conocer las organizaciones incumbidas.
Una siniestra red mundial.. La National Endowment for Democracy (NED, Fundación para el Desarrollo de la Democracia), fue creada por Ronald Reagan en 1983. Cuatro corporaciones constituyen su base: una rama de la central sindical, la American Center for International Labor Solidarity (Acils), el Center for International Private Enterprise (CIPE) de la Cámara de Comercio, el International Republican Institute (IRI) del Partido Republicano y el National Democratic Institute (NDI) del Partido Demócrata. Aunque jurídicamente es una organización no gubernamental, se financia por el presupuesto del Departamento de Estado, librando al gobierno de responsabilidades y con un grado de credibilidad superior al de una agencia del gobierno.
Aunque la NED nació como parte del arsenal ideológico de la Guerra Fría, desde la caída del socialismo intervino en 90 países para ayudar a “construir la democracia”. El presidente de la NED rinde regularmente cuentas ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense, caso único para una ONG. Los informes de la NED insisten en entender la “democracia” como mecánica electoral. En ese marco apoya a unos 6.000 proyectos de ONG en el mundo y es sede de la Network of Democracy Research Institutes con “eruditos y activistas de la democracia” en todo el mundo. La NED alberga también al secretariado de The Center for International Media Assistance, “un proyecto que se propone reforzar a los medios libres e independientes”.
Carl Gershman, su histórico presidente, de orientación neoconservadora, postula el objetivo de “crear un movimiento mundial pro democracia” como una “red de redes” cuyo centro es la NED. En 1996, justificó de modo significativo el pedido de aumento del presupuesto ante el Congreso: “La guerra global de las ideas sigue con ímpetu y Estados Unidos no puede permitirse entregar el campo de batalla ideológico a los enemigos de una sociedad libre y abierta. La NED necesita un financiamiento continuo para salvaguardar el futuro”.
De acuerdo con un artículo publicado por la periodista Stella Caloni en 2010 la lista de las ONG dependientes de las fundaciones “centrales” como la Usaid o la NED es interminable. En Argentina actúa la Fundación Libertad (FL), con sede principal en Rosario, que entre el 26 y el 28 de marzo de 2013 realizó allí el “Seminario Internacional sobre los Desafíos en América Latina” con personajes como Roger Noriega quien fue subsecretario para América latina del gobierno de George W. Bush; Mario Vargas Llosa, José María Aznar, los ex presidentes Vicente Fox, de México; Francisco Flores, de El Salvador; Luis Alberto Lacalle, de Uruguay; Osvaldo Hurtado Larrea, de Ecuador; Jorge Quiroga, de Bolivia; el presidente Sebastián Piñera, de Chile, y otros. Ya en marzo de 2008 había congregado a lo más granado de la derecha mundial para apoyar el paro ruralista.
A fines de 2008, el gobierno de Evo Morales demostró el involucramiento de la Usaid en el reparto del dinero enviado para proyectos de desarrollo a los opositores de la Media Luna que protagonizaron el derrotado golpe “civilista” en agosto-septiembre de ese año.
Entre los días 12 y 14 de diciembre de 2008 se creó en Colombia la Unión de Organizaciones Democráticas de América (UnoAmérica), conformada por militares y policías de las pasadas dictaduras, para oponerse a la Unasur. Libertad y UnoAmérica, así como la Fundación Pensar –que nuclea a la plana mayor del PRO– tienen lazos con la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (Faes) que dirige José María Aznar y con la Fundación Internacional para la Libertad, presidida por Mario Vargas Llosa. UnoAmérica está acusada por el intento de magnicidio en Bolivia en abril de 2009 y de participar en el golpe en Honduras, lo que fue confirmado por el ex presidente de facto Roberto Micheletti.
La NED participó en el golpe contra el presidente Hugo Chávez en 2002, como surge de documentos desclasificados del gobierno estadounidense.
Reacciones ambivalentes. Para protegerse, los gobiernos progresistas de América latina están recurriendo crecientemente a sus fuerzas armadas. El gobierno brasileño promueve la aprobación de una ley de seguridad nacional que incluye la intervención militar en el control del orden interno. En Argentina el gobierno de Cristina Fernández nombró al general nacionalista e industrialista César Milani como jefe del Ejército. En Bolivia, a su vez, el presidente Evo Morales forjó una alianza militar-obrera-indígena-campesina de gran eficacia en momentos cruciales como las recientes inundaciones. En Ecuador y Venezuela, finalmente, las fuerzas armadas son leales a las respectivas revoluciones.
¿Es la militarización la alternativa para defender los procesos populares en el continente? Indudablemente no basta. Las reacciones de las clases medias, el desencanto popular y las conspiraciones imperiales impactan en la legitimidad de estos gobiernos, porque los casos de corrupción, la burocratización y la ineficiencia han mellado su credibilidad. Sin embargo, sólo la ampliación y fortalecimiento de la democracia pueden ayudarles a afrontar el golpismo. Sólo el control democrático de la gestión pública puede recuperar la confianza. A la vez, si los procesos reformistas no profundizan su integración monetaria, seguirán a merced de la especulación. Sólo una mayor integración del transporte y las comunicaciones puede reducir los costos, asegurar el abastecimiento y aprovechar las posibles sinergias entre las economías. Finalmente, los servicios de inteligencia deben coordinarse, para detectar tempranamente las maniobras desestabilizadoras.
El relanzamiento de la economía norteamericana agudiza su necesidad de recuperar el control sobre los recursos primarios del continente y de aventar concurrentes. Para ello requiere sustituir los gobiernos reformistas por regímenes que abran sus economías. El futuro de los movimientos reformistas depende de su capacidad de adaptación.
Las falsas fotos sobre Venezuela
“Esto fue hecho por los ‘Humanistas’ pacíficos del Criminal fascista Régimen Asesino del PSUV. Merecen perdón?”, tuiteó esta semana, junto con una foto, Pedro Alvarez, cuyo perfil tiene la bandera venezolana. Las fotos son dos, en realidad, un antes y un después. El “antes” es de una foto carnet de un joven delgado y pálido. El “después” es el mismo joven pero completamente edematizado, hinchado hasta reventar, con los ojos cerrados por los moretones que lo vuelven morado. La foto, en realidad, no pertenece a un estudiante venezolano, sino a un joven español, Unai Romano, a quien en 2005 la policía de su país detuvo y torturó."
La amenaza fascista
La escalada desestabilizadora que actualmente sufre la Venezuela bolivariana tiene un objetivo no negociable: el derrocamiento del gobierno de Nicolás Maduro. No hay un ápice de interpretación en esta afirmación. Fue expresada en reiteradas ocasiones no sólo por los manifestantes de la derecha sino por sus principales líderes e inspiradores locales: Leopoldo López y María Corina Machado. En algunas ocasiones se refirieron a sus planes utilizando la expresión que usa el Departamento de Estado: “Cambio de régimen”, forma amable de referirse al “golpe de Estado”. Esta feroz campaña en contra del gobierno bolivariano tiene raíces internas y externas, íntimamente imbricadas y solidarias en un objetivo común: poner fin a la pesadilla instaurada por el comandante Hugo Chávez desde que asumiera la presidencia, en 1999.
Golpes, “guerritas” y video-política
La calle en Venezuela ha sido incendiada nuevamente por los sectores más radicales de la ultra-derecha. Con puntos en varios estados, este movimiento táctico intenta forzar la dimisión del gobierno del presidente Maduro, basado en una presión violenta en forma multi-focal, pretendiendo hacer ingobernable el país. Se plantean dos rutas para un escenario post-chavismo en este episodio: Una corta que concluiría con el Golpe de la “Sociedad Civil”, que aspira la captación de elementos militares que rompan con la unidad de las Fuerzas Armadas para una transición (pseudo constituyente) y, la de mediano plazo donde se desgasta al gobierno de cara al referéndum en un año no electoral, sacándolo de la resolución de los problemas estructurales / coyunturales de la gestión.
El proceso de cambio en Bolivia
Desde el año 2006 se viven en Bolivia profundos cambios, como parte de un proceso de refundación y descolonización estatal, que implican una serie de transformaciones políticas, económicas y sociales.
Partiendo del enfoque de Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson (2001, 2003, 2004, 2012) de que sólo instituciones con ciertas características pueden facilitar el crecimiento económico, estudiaremos hasta qué punto la nueva Constitución Política del Estado aprobada en el año 2008 sienta las bases para un cambio institucional en términos de: a) el reconocimiento de derechos perdidos de los pueblos excluidos, b) la generación de escenarios de participación política y de inclusión de los sectores marginados de la sociedad y, c) mayor igualdad de oportunidades para gran parte de la sociedad boliviana.
Discurso de Dilma Rousseff
Comunidade dos Países Latino-Americanos e Caribenhos, a nossa Celac,
Senhor secretário-geral da ONU. Ao cumprimentar o senhor Ban Ki-moon, cumprimento e saúdo os dirigentes dos organismos internacionais aqui presentes.
Senhoras e senhores ministros de Estado e integrantes das delegações dos países-membros da Celac e convidados especiais,
Senhoras e senhores,
Discurso de Rafael Correa
Estimados colegas, queridas amigas y amigos:
Uno de los más grandes hijos de esta bella tierra –hoy celebramos el día de su nacimiento-, José Martí, expresó con palabras sencillas la esencia de lo que nos congrega hoy aquí; cito: "Los hombres se dividen en dos bandos: los que aman y fundan, los que odian y deshacen".
Estoy seguro de que todos los presentes son de “los que aman y fundan”: aman el Sueño de los Libertadores y fundan esta Patria Grande…
Discurso de José "Pepe" Mujica
Muchas gracias, señor presidente; muchas gracias, compatriotas de la Patria Grande. A todos. Mucha humildad y mucho afecto.
Permítanme tratar de aportar algunas razones, el grito de los libertadores, largamente fundamentados ayer y hoy.
Ocultar a la Cumbre de CELAC con una cortina de silencio
Hay silencios que dicen mucho, que muestran la falta de respuestas y alternativas. Eso me digo después de haber seguido (desde lejos) la segunda Cumbre de los 33 países que componen la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que tuvo lugar en la Habana, Cuba, y de lo que publicaban o no publicaban los poderosos grupos de prensa en gran parte del mundo norteamericano o europeo, esos que “forman la opinión pública” mundial para confirmar cotidianamente que “no hay alternativa” al orden neoliberal, como decía Margaret Thatcher.
Que 33 países de América Latina y el Caribe hayan decidido comprometerse para que en la región "se consolide una zona de paz, en la cual las diferencias entre las naciones se resuelvan de forma pacífica, por la vía del diálogo y la negociación u otras formas de solución, y en plena consonancia con el derecho internacional", y que hayan integrado en el proyecto las reivindicaciones y agendas de los pueblos indígenas y afroamericanos, y comenzar a realmente proteger el medio ambiente, no fue noticia importante ni objeto de un serio análisis en la casi totalidad de los concentrados medios de prensa en América del Norte o de Europa.
El mismo silencio cómplice se manifestó de manera general en los poderosos monopolios mediáticos de países latinoamericanos, como oportunamente señaló la Presidenta Cristina Fernández a través de su cuenta Twitter: “Cuando habla en la segunda cumbre de la CELAC, en La Habana, junto a más de treinta Jefes y Jefas de Estado, tres reuniones bilaterales con Jefes de Estado: México, Venezuela, Uruguay, Clarín y La Nación mutis por el foro”.
En realidad, si lo vemos a partir de cierto realismo, no les quedaba otra que tratar de impedir la merecida difusión de lo que se dijo y se acordó en la Cumbre de la Habana, especialmente cuando esos monopolios mediáticos defienden las políticas de Estados Unidos (EE.UU.) y sus aliados que para imponer la tiranía de los mercados autorregulados intervienen en sangrientos conflictos creados a partir de planificadas disputas religiosas y étnicas en países del Oriente Medio y África, todos ellos con un potencial de terminar convirtiéndose en guerras regionales.
Quizás no se recuerde lo suficiente, pero una de las principales razones no invocadas de EE.UU., Francia e Inglaterra para derrocar y asesinar al Presidente libio Muammar Gaddafi fue la política que siguió, apoyada con financiamiento a partir de la Declaración de Sirtre, para fortalecer y asegurar mediante la Unión Africana y un sistema monetario propio, la unidad e independencia del Continente africano.
Todo esto también explica que en su Discurso del Estado de la Unión el Presidente Barack Obama no mencionara a la reunión de la CELAC y ni siquiera a un solo país latinoamericano o caribeño, aunque pensándolo bien eso ha sido algo bueno, porque los únicos países mencionados por Obama, de Asia Central, el Oriente Medio y África, y a Ucrania en Europa, en todos ellos hay conflictos militares o golpes de Estado en curso, y en los cuales EE.UU. y sus aliados participan activamente.
Comparemos el discurso de Obama con algunas de las conclusiones que al cierre de la Cumbre de la CELAC leyó el Presidente cubano Raúl Castro, por ejemplo “el compromiso permanente con la solución pacífica de controversias a fin de desterrar para siempre el uso y la amenaza del uso de la fuerza de la región, así como con el estricto cumplimiento de su obligación de no intervenir, directa o indirectamente, en los asuntos internos de cualquier otro Estado observar los principios de soberanía nacional, la igualdad de derechos y la libre determinación de los pueblos la necesidad de fomentar las relaciones de amistad y de cooperación entre sí y con otras naciones, independientemente de las diferencias existentes entre sus sistemas políticos, económicos y sociales o sus niveles de desarrollo”.
Analizando esto desde la perspectiva y la experiencia de haber cubierto en Norteamérica la última etapa de la Guerra Fría, la política contra la Revolución Cubana y toda la guerra sucia en Centroamérica, no me cabe la menor duda que si en Washington adoptaron la política de silencio debe ser, también, porque se han dado cuenta que la CELAC no es un cascaron vacío, algo que pueden destruir fácil y rápidamente con la propaganda y las falsedades de siempre, sino que se está frente a la manifestación concreta del común acuerdo de 33 gobiernos.
Gobiernos que, como fue señalado por los mismos jefes y jefas de Estado o de gobierno, en muchos casos tienen posiciones políticas muy diferentes, con algunos de esos países formando parte de tratados comerciales o de las estrategias de liberalización comercial y de inversiones promovidas por Washington, pero que en su conjunto están interesados –o no pueden dejar de estarlo- en que prosperen las iniciativas de integración y de unidad regional que fueron creadas y desarrolladas a lo largo de los últimos años para desplegar el potencial común en materia económica, social, política y cultural.
Este silencio mediático también se explica en la falta de interés en Washington en que se expongan y analicen a la luz pública los por qué del común acuerdo de los 33 países para excluir a EE.UU. y a Canadá de esta organización.
Este análisis podría revelar que la exclusión es un bien reflexionado y maduro rechazo a la tradicional prepotencia e injerencia estadounidense en los asuntos internos de nuestros países, a la política que Washington viene aplicando contra Cuba desde hace más de medio siglo, directamente y a través de la Organización de Estados Americanos (OEA), a la complicidad de EE.UU. para que el Reino Unido siga ocupando las Islas Malvinas, a las políticas de apoyar a rajatabla a las transnacionales petroleras, mineras o del agronegocio que están destruyendo el medio ambiente y las comunidades sociales en varios países, al sistema financiero que controlan y nos está estrangulando, y también –entre muchas cosas más- porque ya se abrió paso la consciencia de que los dos países excluidos no son ni pueden ser nuestros modelos y árbitros en materia de democracia, de funcionamiento político o institucional, y menos aún de las políticas sociales y económicas.
Es por todo esto y mucho más que, con todas las limitaciones que la CELAC pueda tener desde el momento en que responde a la realidad concreta, hay que leer y recomendar una atenta lectura de la Declaración de La Habana de la CELAC, y de las declaraciones e intervenciones de los jefes de Estado y de gobierno que participaron.
Montreal, Canadá