“Hay que discutir la composición del crecimiento”

“No es igual especializarse en call center que en servicios empresariales de alta ingeniería”. Sintética y lineal, la frase define la postura de uno de los más reconocidos y brillantes estudiosos del desarrollo industrial. Un encuentro con el licenciado Fernando Porta, quien parece haber pensado con mil enfoques diferentes cada una de las cuestiones que aborda, es una aventura que ordena y enriquece el pensamiento de quien lo escucha. “El objetivo último de toda política económica debiera ser el bienestar de la gente, esto que parece obvio no lo es”, señaló el especialista en economía internacional y economía industrial e investigador principal del Centro REDES, antes que el grabador fuera silenciado. El encuentro se desarrolló así:

-Aunque creo conocer la respuesta pregunto: ¿ortodoxo o heterodoxo?
-(se ríe) Ortodoxo no soy así que debo ser heterodoxo, pero lo soy de varias heterodoxias, porque no soy ortodoxo de ninguna heterodoxia.

Jeremy Bentham y el Pecado Original de las Ciencias Sociales

Jeremy Bentham fue un filósofo y jurista inglés considerado el padre del utilitarismo. La escuela económica marginalista, que hoy constituye el mainstream que estructura nuestro plan de estudios, incorpora este principio a su cuerpo teórico como filosofía rectora del comportamiento de los individuos. En este trabajo nos proponemos hacer una revisión crítica del principio del utilitarismo expuesto por Bentham en Introducción a los principios de moral y legislación para entender sus problemas y limitaciones.

Bentham se propone estudiar el comportamiento humano en el sentido más amplio posible y decide partir de lo que considera que motiva todas las acciones del individuo, el principio de la utilidad. El autor lo presenta como “aquel que aprueba o desaprueba cualquier acción de que se trate, según la tendencia que parece tender a aumentar o disminuir la felicidad de la parte cuyo interés está en juego”.

Esta parte, nos dirá, puede ser tanto la sociedad como el individuo. Concentrémonos en este último: según Bentahm, toda explicación del comportamiento del individuo se limita a que éste realiza acciones buscando placer y evitando dolor: esa es su única motivación.

¿Es esta una “crisis sin salida" del Capitalismo?

A continuación se presenta a modo de reseña el debate en torno al “catastrofismo”, intentando hacer algunos aportes en los aspectos epistemológicos del mismo. Este corto artículo es un resumen de un trabajo sobre Trosky presentado en las Jornadas de Economía Crítica y significa un puntapié inicial para una necesaria relectura de este autor. Cualquier crítica o aporte en torno a la cuestión será más que bienvenido.

En un informe realizado en 1924, que luego se publicó bajo el nombre “Perspectivas del desarrollo mundial”, Trotsky trató la relación entre las formas económicas y la “superestructura” política para luego analizar la coyuntura mundial del período 1914-1924. En este texto describe lo que él entendía como los factores “objetivos” y “subjetivos”. Entre los primeros se encontrarían el desarrollo de las fuerzas productivas, entendida como el desarrollo de la técnica1. También, otro factor objetivo sería la disociación de la sociedad en clases, de forma tal que la clase interesada en la revolución socialista sea numerosa e influyente. Por el lado de las condiciones subjetivas, Trotsky veía como necesario que el proletariado posea conciencia de su situación en la sociedad, que tenga a la cabeza un partido capaz de dirigirla y que resuelva su “crisis de dirección”. Es posible ahondar más en la descripción que Trotsky hizo sobre los factores objetivos prestando atención a las referencias que hace en el Programa de Transición.

Libia y el canibalismo neocolonial

El cadáver de Khadafi en el freezer de un shopping es la metáfora de una nueva política global que propone devorarse a todo un continente.

Cuarenta y ocho horas antes de que el cadáver de Muammar Khadafi terminara impúdicamente expuesto ante las multitudes en el freezer de un shopping libio, la clarividente secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, aterrizó en Trípoli para hacer la V de la victoria y prodigar elogios a las hordas del impresentable Consejo Nacional de Transición (CNT), una constelación artificial compuesta por distintas facciones de exiliados y desertores libios cuyos principales meritos se resumen en haber colaborado alternativamente con Al-Qaeda, la CIA, el MI6 británico o los servicios de inteligencia franceses. La secretaria de Estado no hizo gala de facultades extrasensoriales cuando frente a estudiantes de la Universidad de Trípoli vaticinó que EE.UU. quería a Khadafi “muerto o vivo”. En ese orden. Clinton estaba verbalizando la política de asesinatos selectivos implementada por la administración Obama.De allí, hasta la consagración del canibalismo y la necrofilia imperial faltaban pocas horas.

La crisis de 2001-2002 y el colapso del neoliberalismo en la Argentina

La situación socioeconómica y política que afectó a la Argentina a comienzos del nuevo milenio puede ser considerada como una crisis del neoliberalismo, del colapso del modelo neoliberal implementado a rajatabla en el país en los años noventa (Giarracca y Teubal, 2004). En muchos sentidos, esto diferencia el caso argentino de otras crisis de la década anterior, como la brasileña, la asiática o la rusa: todas ellas fueron en gran medida crisis de los modelos neodesarrollistas u orientados a las exportaciones impulsados por el Estado.

Dos eventos importantes marcan los comienzos de una nueva etapa en la economía política de nuestro país: el golpe militar de 1976 y el golpe económico de 1989. Ambos contribuyeron al desarrollo de un nuevo “régimen de acumulación” (RA), sustancialmente diferente al de “industrialización por sustitución de las importaciones” (ISI), que prevaleció en décadas anteriores. Ambos abrieron el camino para la implementación del Plan de Convertibilidad y los Programas de Ajuste Estructural (PAE) de los años noventa, que favorecieron plenamente la consolidación del modelo neoliberal en la Argentina.

Una sociedad inteligente para el crecimiento con desarrollo social

Polo Científico y Tecnológico. La Presidenta inauguró las instalaciones del complejo construido en el predio de la ex bodega Giol. Allí, tendrán sus sedes una docena de institutos de investigación. La innovación productiva en el centro de la escena nacional.

Gestionar, producir y divulgar conocimientos. Ese es el objetivo del Polo Científico y Tecnológico que inauguró el jueves pasado la presidenta Cristina Kirchner. “¿Quién hubiera pensado que esto era posible?”, se preguntaba entre los asistentes Peter Grauss en alusión al estado de abandono que mostraba cuatro años atrás el predio de la ex bodega Giol. El presidente de la Sociedad Max Planck, un ámbito de origen alemán donde se desarrolla gran parte de la ciencia de más alto nivel a escala internacional y que cobija a diecisiete premios Nobel, era uno de los muchos asistentes que miraban con asombro la inauguración.

“El conocimiento ocupa un lugar central en nuestro proyecto. Pero no es un conocimiento aislado. Es un conocimiento que interactúa con la sociedad para agregar valor a nuestra producción. Se trata de dar un salto cualitativo”, señaló la presidenta acompañada por buena parte del Gabinete nacional.

NOTA: El artículo de Dvorkin citado en esta noticia, aparecido en Realidad Económica, puede consultarlo AQUI">http://www.iade.org.ar/modules/noticias/article.php?storyid=3511]AQUI[/u...

Secretismo financiero

El Índice de secretismo financiero es una herramienta para entender el secretismo financiero mundial, la corrupción y los flujos financieros ilícitos. El ranking de las jurisdicciones secretas con respecto al secretismo y la escala de sus actividades, permite una clasificación de la neutralidad política de los principales participantes.

Visión general: una luz en la oscuridad.

Tax Justice Network estima que cada año los gobiernos de todo el mundo pierden en impuestos alrededor de 250 mil millones de dólares, solo como consecuencia de que los ricos mantengan sus activos en paraísos fiscales. Las pérdidas de ingresos por culpa de la evasión fiscal corporativa son mayores. No sólo los países en vías de desarrollo son los que sufren; países europeos como Grecia, Italia y Portugal se han visto al borde del abismo por culpa de décadas de secretismo y evasión fiscal.

Todas estas cifras tienen un elemento común: el secretismo. Las jurisdicciones opacas, término que a menudo preferimos en vez del más utilizado como paraísos fiscales, compiten para atraer los flujos financieros ilícitos de todo tipo, con el secretismo como uno de los atractivos más importantes.

Bancos, despachos de abogados y firmas de contabilidad proporcionan estructuras opacas en paraísos fiscales a sus clientes. El secretismo es una característica central de los mercados financieros globales, y las instituciones financieras internacionales, loseconomistas y muchos otros no le hacen frente con seriedad.

Concentración que condiciona un plan de desarrollo

Tal como venían reclamando sectores de la mediana y pequeña empresa prácticamente desde la salida de la convertibilidad, finalmente se abrió el debate acerca del modelo de desarrollo industrial. “La puesta en marcha del Plan Industrial 2020 es un paso importante, aunque por ahora establezca metas y objetivos pero no las medidas a través de las cuales se lograrán, pero la discusión del modelo de desarrollo ya tomó estado público”, afirmó Rubén Fabrizio, gerente de la cámara que agrupa a los fabricantes locales de bienes de capital (Cipibic), expresando la opinión de la mayoría de integrantes de la pequeña y mediana empresa nacional, cuyos intereses no siempre se comparten con los de los grupos económicos más concentrados, sean éstos de capital nacional o extranjero. La coincidencia alcanzada en esta primera etapa sobre los principales lineamientos del plan industrial abre el espacio ahora a tratar otras cuestiones, como la excesiva concentración industrial en algunos rubros, y los límites que imponen los grupos económicos más poderosos a un desarrollo productivo más integrado. O a analizar cómo se evita, además, “el desmantelamiento de sectores manufactureros de mayor complejidad tecnológica” cediendo ese espacio al aprovisionamiento externo, preocupación planteada en los foros de debate por Cipibic.

La industria de bienes de capital es una de las once cadenas productivas seleccionadas por el Plan Industrial en los que se buscará un desarrollo articulado entre sus diferentes eslabones, resolviendo las carencias que puedan presentarse en cada uno de ellos. Algunas de esas falencias fueron planteadas en los foros de discusión por Cipibic, integrante de la Asociación de Industriales Metalúrgicos (Admira), resumidos por Rubén Fabrizio al ser consultado por Página/12.

“Hay medidas que deberían ser previas a una definición más global sobre la implementación del plan, algunas de forma inmediata, como la ampliación de la vigencia del bono fiscal de compensación de (la baja de) aranceles (para la importación de bienes de capital), que vence el 31 de diciembre próximo. Otras tienen que ver con la inversión pública, como la de establecer un mínimo de integración nacional en el equipamiento para obras de infraestructura, por ejemplo en el sector energético. Está vigente una ley de compre nacional que no se cumple. O con regímenes sectoriales como el de la minería, que les da libertad para importar a las empresas concesionarias de áreas de explotación. Ahí los fabricantes nacionales de bienes de capital perdemos a dos puntas: por un lado porque nos desplazan del equipamiento para las actividades de extracción, pero como además las mismas empresas se llevan el material en crudo, sin elaboración, también perdemos la oportunidad de proveer equipos a un sector que podría estar refinando o manufacturando los minerales en el país.”

El sector fabricante de bienes de capital ha vivido una suerte de paradoja dentro de la trayectoria de la industria en el país. Es un área de muy elevado nivel tecnológico, porque los equipos y maquinarias que fabrica suelen requerir un “trabajo a medida” y de alta precisión. Trabaja para grandes empresas, pero está compuesto mayoritariamente por empresas medianas –no son extraños los casos de firmas que no atienden más de un solo pedido por vez–. Son originalmente empresas familiares, de capital nacional, y lo han seguido siendo a través del tiempo, porque raramente alguna firma concentrada tenga interés de integrar a su pool una unidad de negocios que únicamente trabaje para diseñarle una máquina o instalación ante el inicio de un nuevo proceso o ampliación a una línea más de producción.

Por otra parte, por fabricar productos “a medida” y de gran volumen, también se vio beneficiada de una suerte de “protección natural” frente a la importación. Aunque no siempre es así. “Hay bodegas nuevas en Mendoza que están trayendo maquinaria y equipo de Italia y Francia, porque bajaron mucho los precios por la crisis y aquí todavía siguen gozando de beneficios para importar. En la industria láctea, por la caída de la actividad en el sector, se ven afectados algunos proveedores tradicionales de equipos en ese rubro. Y un caso particular es el de calderería pesada, que históricamente estaba protegido por trabajar a medida y por el volumen y peso de los equipos, pero hoy España está enviando tanques de material liviano que reemplazan al proveedor local”, describió Fabrizio.

La cámara de industriales y proyectos de ingeniería de bienes de capital alertó, en los foros en los que participó, de algunas tendencias que se vienen dando que contrarían los objetivos planteados en el Plan Industrial 2020. Dichas tendencias no sólo tendrían que ver con la crisis internacional, sino también por el rol dominante que están ocupando grupos empresarios en los principales rubros de exportación de manufacturas del país. Esas desviaciones y contradicciones son:

n Mientras el Plan 2020 fija una ambiciosa meta de superávit en la balanza comercial industrial para dentro de una década, la tendencia actual es a un déficit creciente. Los rubros más dinámicos del comercio mundial están controlados por empresas extranjeras que son las que hacen uso más frecuente de la importación de insumos, equipos y otros bienes de capital aprovechando su fluida vinculación externa. Es decir, son los que más exportan pero también los que más importan, y esto último en forma creciente. El complejo automotor y el complejo agroalimentario son dos claros ejemplos.

n El Plan 2020 plantea facilitar el acceso de toda la industria, principalmente la mediana y pequeña, a los insumos “difundidos” o de uso indispensable para determinadas ramas. El sector de bienes de capital, y más en general todo el rubro metalúrgico, sigue padeciendo las dificultades de acceso a insumos básicos cuya provisión está fuertemente concentrada en el país. Y a pesar de algunas políticas que se han planteado para atender el problema, están lejos de haber dado respuesta. Los casos del acero y del aluminio son ejemplo de ello, y no los únicos.

n El Plan 2020 también promueve un “salto exportador” para aquellas empresas manufactureras que todavía no han accedido al mercado mundial. La tendencia actual es que el acceso al comercio exterior se está cerrando para aquellas empresas que habían dado los primeros pasos en encararlo, debido al cambio de precios relativos que le ha hecho perder competitividad a la oferta argentina. “No son solamente los productos asiáticos los que compiten, ahora también los europeos aparecen con precios muy bajos en cualquier mercado”, indicó Fabrizio.

Para los sectores manufactureros compuestos predominantemente por empresas medianas y pequeñas, como ocurre con la mayoría en el rubro metalúrgico y el de bienes de capital en particular, el planeamiento de mediano plazo necesariamente debe articularse con medidas de coyuntura que hagan transitable el proceso. Son sectores que pelean, a la vez, con las restricciones externas o estructurales que afectan al conjunto de la economía argentina, pero a la vez con el rol de los grupos dominantes en el ámbito local que distorsionan precios y condiciones de acceso a productos y mercados. Son los que reclaman “mayor protección efectiva, en vez de megadevaluaciones o transferencias directas sin contraprestación, que usualmente van en beneficio de los grupos dominantes”, tal como planteaba un documento de diagnóstico presentado por Cipibic antes del inicio de la ronda de debates del Plan 2020.

En el mismo documento se advertía que era necesario confrontar con la propuesta de “sectores que plantean que la mejor opción para la Argentina pasa por consolidar un perfil de especialización productivo industrial estrechamente ligado al procesamiento de recursos básicos, derivado de los sectores agropecuario, hidrocarburífero y minero”. Y señalaba que la imposición de ese modelo bajo la política neoliberal había derivado en “el desmantelamiento de las manufacturas de mayor complejidad y densidad tecnológica, en particular las relacionadas con la fabricación nacional de bienes de capital”.

Pese a la notable recuperación de la actividad industrial y el empleo a partir de 2003, señala el mismo documento, en paralelo se ha dado un nuevo ciclo de concentración del capital que ha profundizado algunas condiciones antes planteadas. Para lograr las metas que ahora se proponen en materia de beneficios para el sector laboral, mejorar la distribución del ingreso y lograr una nueva configuración regional para la producción industrial, será necesario tener en cuenta tales limitaciones, sostiene. El sector de bienes de capital espera la próxima convocatoria oficial para plantearlo.

Concentración que condiciona un plan de desarrollo

Tal como venían reclamando sectores de la mediana y pequeña empresa prácticamente desde la salida de la convertibilidad, finalmente se abrió el debate acerca del modelo de desarrollo industrial. “La puesta en marcha del Plan Industrial 2020 es un paso importante, aunque por ahora establezca metas y objetivos pero no las medidas a través de las cuales se lograrán, pero la discusión del modelo de desarrollo ya tomó estado público”, afirmó Rubén Fabrizio, gerente de la cámara que agrupa a los fabricantes locales de bienes de capital (Cipibic), expresando la opinión de la mayoría de integrantes de la pequeña y mediana empresa nacional, cuyos intereses no siempre se comparten con los de los grupos económicos más concentrados, sean éstos de capital nacional o extranjero. La coincidencia alcanzada en esta primera etapa sobre los principales lineamientos del plan industrial abre el espacio ahora a tratar otras cuestiones, como la excesiva concentración industrial en algunos rubros, y los límites que imponen los grupos económicos más poderosos a un desarrollo productivo más integrado. O a analizar cómo se evita, además, “el desmantelamiento de sectores manufactureros de mayor complejidad tecnológica” cediendo ese espacio al aprovisionamiento externo, preocupación planteada en los foros de debate por Cipibic.

La industria de bienes de capital es una de las once cadenas productivas seleccionadas por el Plan Industrial en los que se buscará un desarrollo articulado entre sus diferentes eslabones, resolviendo las carencias que puedan presentarse en cada uno de ellos. Algunas de esas falencias fueron planteadas en los foros de discusión por Cipibic, integrante de la Asociación de Industriales Metalúrgicos (Admira), resumidos por Rubén Fabrizio al ser consultado por Página/12.

“Hay medidas que deberían ser previas a una definición más global sobre la implementación del plan, algunas de forma inmediata, como la ampliación de la vigencia del bono fiscal de compensación de (la baja de) aranceles (para la importación de bienes de capital), que vence el 31 de diciembre próximo. Otras tienen que ver con la inversión pública, como la de establecer un mínimo de integración nacional en el equipamiento para obras de infraestructura, por ejemplo en el sector energético. Está vigente una ley de compre nacional que no se cumple. O con regímenes sectoriales como el de la minería, que les da libertad para importar a las empresas concesionarias de áreas de explotación. Ahí los fabricantes nacionales de bienes de capital perdemos a dos puntas: por un lado porque nos desplazan del equipamiento para las actividades de extracción, pero como además las mismas empresas se llevan el material en crudo, sin elaboración, también perdemos la oportunidad de proveer equipos a un sector que podría estar refinando o manufacturando los minerales en el país.”

El sector fabricante de bienes de capital ha vivido una suerte de paradoja dentro de la trayectoria de la industria en el país. Es un área de muy elevado nivel tecnológico, porque los equipos y maquinarias que fabrica suelen requerir un “trabajo a medida” y de alta precisión. Trabaja para grandes empresas, pero está compuesto mayoritariamente por empresas medianas –no son extraños los casos de firmas que no atienden más de un solo pedido por vez–. Son originalmente empresas familiares, de capital nacional, y lo han seguido siendo a través del tiempo, porque raramente alguna firma concentrada tenga interés de integrar a su pool una unidad de negocios que únicamente trabaje para diseñarle una máquina o instalación ante el inicio de un nuevo proceso o ampliación a una línea más de producción.

Por otra parte, por fabricar productos “a medida” y de gran volumen, también se vio beneficiada de una suerte de “protección natural” frente a la importación. Aunque no siempre es así. “Hay bodegas nuevas en Mendoza que están trayendo maquinaria y equipo de Italia y Francia, porque bajaron mucho los precios por la crisis y aquí todavía siguen gozando de beneficios para importar. En la industria láctea, por la caída de la actividad en el sector, se ven afectados algunos proveedores tradicionales de equipos en ese rubro. Y un caso particular es el de calderería pesada, que históricamente estaba protegido por trabajar a medida y por el volumen y peso de los equipos, pero hoy España está enviando tanques de material liviano que reemplazan al proveedor local”, describió Fabrizio.

La cámara de industriales y proyectos de ingeniería de bienes de capital alertó, en los foros en los que participó, de algunas tendencias que se vienen dando que contrarían los objetivos planteados en el Plan Industrial 2020. Dichas tendencias no sólo tendrían que ver con la crisis internacional, sino también por el rol dominante que están ocupando grupos empresarios en los principales rubros de exportación de manufacturas del país. Esas desviaciones y contradicciones son:

n Mientras el Plan 2020 fija una ambiciosa meta de superávit en la balanza comercial industrial para dentro de una década, la tendencia actual es a un déficit creciente. Los rubros más dinámicos del comercio mundial están controlados por empresas extranjeras que son las que hacen uso más frecuente de la importación de insumos, equipos y otros bienes de capital aprovechando su fluida vinculación externa. Es decir, son los que más exportan pero también los que más importan, y esto último en forma creciente. El complejo automotor y el complejo agroalimentario son dos claros ejemplos.

n El Plan 2020 plantea facilitar el acceso de toda la industria, principalmente la mediana y pequeña, a los insumos “difundidos” o de uso indispensable para determinadas ramas. El sector de bienes de capital, y más en general todo el rubro metalúrgico, sigue padeciendo las dificultades de acceso a insumos básicos cuya provisión está fuertemente concentrada en el país. Y a pesar de algunas políticas que se han planteado para atender el problema, están lejos de haber dado respuesta. Los casos del acero y del aluminio son ejemplo de ello, y no los únicos.

n El Plan 2020 también promueve un “salto exportador” para aquellas empresas manufactureras que todavía no han accedido al mercado mundial. La tendencia actual es que el acceso al comercio exterior se está cerrando para aquellas empresas que habían dado los primeros pasos en encararlo, debido al cambio de precios relativos que le ha hecho perder competitividad a la oferta argentina. “No son solamente los productos asiáticos los que compiten, ahora también los europeos aparecen con precios muy bajos en cualquier mercado”, indicó Fabrizio.

Para los sectores manufactureros compuestos predominantemente por empresas medianas y pequeñas, como ocurre con la mayoría en el rubro metalúrgico y el de bienes de capital en particular, el planeamiento de mediano plazo necesariamente debe articularse con medidas de coyuntura que hagan transitable el proceso. Son sectores que pelean, a la vez, con las restricciones externas o estructurales que afectan al conjunto de la economía argentina, pero a la vez con el rol de los grupos dominantes en el ámbito local que distorsionan precios y condiciones de acceso a productos y mercados. Son los que reclaman “mayor protección efectiva, en vez de megadevaluaciones o transferencias directas sin contraprestación, que usualmente van en beneficio de los grupos dominantes”, tal como planteaba un documento de diagnóstico presentado por Cipibic antes del inicio de la ronda de debates del Plan 2020.

En el mismo documento se advertía que era necesario confrontar con la propuesta de “sectores que plantean que la mejor opción para la Argentina pasa por consolidar un perfil de especialización productivo industrial estrechamente ligado al procesamiento de recursos básicos, derivado de los sectores agropecuario, hidrocarburífero y minero”. Y señalaba que la imposición de ese modelo bajo la política neoliberal había derivado en “el desmantelamiento de las manufacturas de mayor complejidad y densidad tecnológica, en particular las relacionadas con la fabricación nacional de bienes de capital”.

Pese a la notable recuperación de la actividad industrial y el empleo a partir de 2003, señala el mismo documento, en paralelo se ha dado un nuevo ciclo de concentración del capital que ha profundizado algunas condiciones antes planteadas. Para lograr las metas que ahora se proponen en materia de beneficios para el sector laboral, mejorar la distribución del ingreso y lograr una nueva configuración regional para la producción industrial, será necesario tener en cuenta tales limitaciones, sostiene. El sector de bienes de capital espera la próxima convocatoria oficial para plantearlo.