¡Alerta, Humanidad!: Israel e Irán a las puertas de la guerra
Cada día Irán envía un mensaje disuasivo a Israel y a sus aliados. Esta vez han logrado modernizar el misil balístico de corto alcance Fateh-110, dotándolo de una mayor precisión, velocidad y haciéndolo más eficaz, con independencia de las condiciones meteorológicas a la hora de su lanzamiento, de acuerdo a informaciones de la agencia iraní de noticias IRNA, realizadas ayer.
Este tipo de misiles tierra-tierra representa un serio peligro a las intenciones de Israel de precipitar una agresión a Irán. No solo por la cantidad suficiente de los mismos en manos iraníes, sino también por su capacidad destructiva.
Comparaciones entre países y bloques para una eventual guerra en Asia Occidental
Para empezar, debo reconocer que parte de estas comparaciones están parcialmente basadas en el libro de Paul Kennedy titulado “Auge y caída de las grandes potencias”, que leí hace unos cuantos años. Por supuesto, como no estoy escribiendo un libro de texto, tiene que ser mucho más breve porque su intención es otra. Pero aquí vamos.
Definiendo los bloques del conflicto
En este conflicto se formarán 2 bloques o grupos de alianzas. Por un lado tendremos los países agrupados en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), más sus aliados Israel, Jordania, y los países del Consejo de Cooperación del Golfo (el CCG, constituidoArabia Saudita, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Kuwait y Omán), y les sumaremos Jordania, Libia, Túnez y Marruecos, entre otros. Posibles aliados que se pudieran involucrar de una u otra forma son Azerbaiyán y Georgia. Por supuesto, Estados Unidos y la OTAN tiene aliados en todo el mundo, así que de cualquier región pueden surgir aliados e involucrarse países que puede que no tengan nada que ver con esa zona del mundo. A este grupo de países vamos a llamarle el Bloque Imperial o Hegemónico.
“Obama es un emperador negro”
Según Boff, el Hemisferio Sur demanda a los países centrales financiar la devastación causada por siglos de saqueo y advierte que el desarrollo sostenible del medio ambiente empieza por el combate a la pobreza y la desigualdad.
El Norte y el Sur vuelven a chocar en Río. Ese es el saldo de los primeros días de negociaciones infructuosas entre los diplomáticos de más de 100 países que participan en la cumbre Río+20 e intentan elaborar un documento único sobre qué hacer con el planeta a la deriva. Hay dos tesis en pugna. La de implantar una “economía verde” al gusto de Estados Unidos y Europa, que se desentienden del costo ambiental causado durante más de un siglo de saquear florestas y mares, una formulación rechazada por el Sur, que demanda a los países centrales financiar la devastación causada y advierte que el desarrollo sostenible del medio ambiente empieza por el combate a la pobreza y la desigualdad.
El religioso brasileño Leonardo Boff lleva años reflexionando y elaborando ensayos sobre ecología desde una perspectiva en la que retoma los fundamentos de la Teología de la Liberación. Boff, uno de los intelectuales de referencia de parte de los miles de militantes que ayer debatían bajo el sol primoroso de Río sobre cómo salvar el planeta, dinamitó los fundamentos de la “economía verde” durante una entrevista con Página/12.
Verde desteñido
La discusión sobre la propensión a tener dólares por parte de los argentinos con capacidad de ahorro se ha intensificado en las últimas semanas. El tema se abordó desde las motivaciones, influencia en el valor del tipo de cambio y su impacto en la actividad económica, la necesidad de desdolarizar segmentos como el inmobiliario. Sin embargo, sólo marginalmente se analizó otra cuestión que, si bien atañe al mediano y largo plazo, no debería dejarse de lado. Se trata de la declinación relativa que va teniendo la divisa estadounidense en la economía global. Lenta, pero muy persistente.
La influencia del dólar en el mundo, y en América latina en particular, más allá de que en la mayoría de los países de la región, singularmente en Brasil, no existe la “fiebre verde” como aquí, tiene más de medio de siglo vigencia. Ocurre desde que Estados Unidos fue uno de los ganadores de la Segunda Guerra Mundial y, sobre todo, desde que en 1971 pateó unilateralmente el esquema de tipos de cambio fijo establecido en Bretton Woods y convirtió al dólar en moneda hegemónica.
Plutonomía y precariado: el declive de la economía estadounidense
El movimiento “Ocupemos” ha experimentado un desarrollo estimulante. Hasta donde mi memoria alcanza, no ha habido nunca nada parecido. Si consigue reforzar sus lazos y las asociaciones que se han creado en estos meses a lo largo del oscuro periodo que se avecina –no habrá victoria rápida– podría protagonizar un momento decisivo en la historia de los Estados Unidos.
La singularidad de este movimiento no debería sorprender. Después de todo, vivimos una época inédita, que arranca en 1970 y que ha supuesto un auténtico punto de inflexión en la historia de los Estados Unidos. Durante siglos, desde sus inicios como país, fueron una sociedad en desarrollo. Que no lo fueran siempre en la dirección correcta es otra historia. Pero en términos generales, el progreso supuso riqueza, industrialización, desarrollo y esperanza. Existía una expectativa más o menos amplia de que esto seguiría siendo así. Y lo fue, incluso en los tiempos más oscuros.
Tengo edad suficiente para recordar la Gran Depresión. A mediados de los años 30, la situación era objetivamente más dura que la actual. El ánimo, sin embargo, era otro. Había una sensación generalizada de que saldríamos adelante. Incluso la gente sin empleo, entre los que se contaban algunos parientes míos, pensaba que las cosas mejorarían.
La pérdida sufrida por el banco JPMorgan Chase incita los llamados para restablecer ya la ley Glass-Steagall
15 de mayo de 2012 — El anunció que hizo el pasado viernes 11 de mayo Jamie Dimon, director ejecutivo (CEO) del banco JPMorgan Chase, cuando admitió que el banco había perdido 2 mil millones de dólares en apuestas en derivados especulativos en su filial de Londres, dio pábulo a una andanada mayor de llamados en respaldo a las peticiones ya existente para restablecer la ley Glass-Steagall. Una cantidad cada vez mayor de voces se suman a esa demanda, y hay quienes piden que Jamie Damon no solo renuncie a su cargo del JPMC, sino que lo saquen del consejo directivo del Banco de la Reserva Federal de Nueva York.
En un artículo publicado en la revista electrónica de negocios Slate, titulado "Flawed Dimon" (Dimon defectuoso) el ex gobernador de Nueva York, Eliot Spitzer exigió que se reinstituya la Glass-Steagall y que Dimon renuncie a su puesto en la Reserva Federal de Nueva York. Del mismo modo se pronunció Joe Klein en un artículo de la revista Time titulado "Jamie Dimon's Worst Nightmare" (La peor pesadilla de Jamie Dimon). Klein se refiere a un esquema enrevesado para reglamentar a los bancos elaborado por el ex precandidato presidencial republicano Jon Huntsman (quien ha planteado también la reinstitución de la Glass-Steagall) y luego agrega que el "ex senador de Delaware Ted Kaufman y otros están a favor de un enfoque más directo: una versión actualizada de la ley Glass-Steagall que separa la banca comercial de la banca especulativa, y que mantuvo bajo control las pasiones animales de Wall Street desde la Gran Depresión hasta finales de los 1990, cuando fue sustituida por la desafortunada desregulación de Bill Clinton".
Los “desaparecidos” del imperio
Un artículo reciente firmado por John Tirman, director del Centro de Estudios Internacionales del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y publicado en el Washington Post, plantea con crudeza una reflexión sobre un aspecto poco estudiado de las políticas de agresión del imperialismo: la indiferencia de la Casa Blanca y de la opinión pública en relación a las víctimas de las guerras que Estados Unidos libra en el exterior.
Como académico “bienpensante” se abstiene de utilizar la categoría “imperialismo” como clave interpretativa de la política exterior de su país; su análisis, en cambio, revela a los gritos la necesidad de apelar a ese concepto y a la teoría que le otorga sentido. Tirman expresa en su nota la preocupación que le suscita, en cuanto ciudadano que cree en la democracia y los derechos humanos, la incoherencia en que incurrió Barack Obama –no olvidemos, un Premio Nóbel de la Paz- cuando en su discurso pronunciado en Fort Bragg (14 de Diciembre de 2011) para rendir homenaje a los integrantes de las fuerzas armadas que perdieron la vida en la guerra de Irak (unos 4.500, aproximadamente) no dijo ni una sola palabra de las víctimas civiles y militares iraquíes que murieron a causa de la agresión norteamericana.
Hugo Chávez le dio un portazo al Ciadi
El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, aseguró que su país no avalará las decisiones del Centro Internacional para la Resolución de Disputas sobre Inversiones (Ciadi), dependiente del Banco Mundial (BM). “Ahora nos amenazan con el Ciadi, de ese Ciadi tenemos que salirnos. No reconoceremos sus decisiones”, dijo Chávez, refiriéndose a la demanda elevada ante ese órgano contra su país, presentada por la empresa norteamericana Exxon Mobil por la nacionalización de activos petroleros en 2007. La Cámara de Comercio Internacional (CCI) ordenó recientemente al gobierno de Chávez indemnizar con 907 millones de dólares a la compañía norteamericana por la nacionalización de uno de sus activos, monto que representa menos de un 10 por ciento de los 12.000 millones pedidos por la petrolera, que aguarda otro fallo del Ciadi, previsto para febrero.
“Ahora nos amenaza la misma Exxon, a pesar de la decisión allá en París (del CCI) de que Venezuela sí les debe, pero no 12.000 millones de dólares”, dijo el mandatario, que habló de la demanda de Exxon Mobil durante su programa televisivo Aló Presidente, que se transmite desde la Faja petrolífera del Orinoco, en el Estado de Anzoátegui. La petrolera multinacional exigía ese monto, pero Caracas anunció la semana pasada que sólo pagaría 225 millones de dólares en un plazo de 60 días.
A su vez, el líder bolivariano señaló que la empresa pretende lo imposible: “Que les paguemos lo que no les vamos a pagar nunca. Y nos amenazan con expropiarnos allá (en Estados Unidos) la (filial de la estatal petrolera venezolana) Citgo, que debe valer como 20.000 millones de dólares por lo menos”, manifestó y afirmó que su país no se doblegará ante el imperialismo. “A la Exxon Mobil le vamos a pagar los 200 millones de dólares y de yapa un tarrito de petróleo”, se mofó el mandatario. Asimismo, señaló la necesidad de crear un organismo en la Unasur donde se puedan dirimir diferencias entre otros gobiernos y América latina. “¿Por qué tenemos que ir para allá, al Banco Mundial, a Estados Unidos, qué es eso?”, preguntó el presidente venezolano.
En 2007 Chávez estableció una estructura de empresas mixtas, con acciones minoritarias para las empresas extranjeras, frente al mínimo de 60 por ciento de la estatal petrolera Pdvsa. La negativa de Exxon Mobil y de su compatriota ConocoPhillips a participar en ese sistema llevó a la expropiación de sus activos, y al inicio por parte de ambas de procesos de arbitraje internacional contra Venezuela.
Según el diario colombiano El Tiempo, Venezuela es el segundo país con más demandas internacionales (después de Argentina) por las nacionalizaciones emprendidas por Chávez. En su versión digital del viernes, este medio señalaba que una veintena de empresas extranjeras exigen pagos de hasta 40.000 millones de dólares al gobierno venezolano. El Tiempo estimó que la demanda más pesada que afronta Venezuela ante esa instancia es la de la transnacional petrolera ConocoPhillips, que exige casi 30.000 millones de dólares por la nacionalización, en el año 2007, de sus proyectos y equipos en la Faja del Orinoco, que alberga la reserva de crudo más grande del mundo.
Irak, otra derrota político-militar de EE.UU.
Mirado desde 1945, el récord político-militar de Estados Unidos en las guerras prolongadas es mediocre. La guerra de la península coreana de 1950-1953, que contó con la activa participación de Estados Unidos, terminó con un armisticio que estableció la frontera entre Corea del Norte y Corea del Sur en el paralelo 38, es decir, con la situación idéntica al inicio de las hostilidades. Esa guerra, que en Estados Unidos careció de fuerte apoyo de la opinión pública, no tuvo un bando victorioso.
Más adelante vino la Guerra de Vietnam (1960-75). Con casi tres millones de vietnamitas, entre 200.000 a 300.000 camboyanos, 20.000 a 200.000 laosianos y 58.220 estadounidenses muertos, Washington se retiró del país asiático desgastado en el campo de batalla y presionado por vastas movilizaciones internas. El desastre político-militar en Vietnam fue estrepitoso.
Putrefacción moral
El brutal asesinato de Muammar Khadafi a manos de una jauría de mercenarios organizados y financiados por los gobiernos “democráticos” de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña actualiza dolorosamente la vigencia de un viejo aforismo: “Socialismo o barbarie”. No sólo eso: también confirma otra tesis, ratificada una y otra vez que dice que los imperios en decadencia procuran revertir el veredicto inexorable de la historia exacerbando su agresividad y sus atropellos en medio de un clima de insoportable descomposición moral. Ocurrió con el Imperio Romano, luego con el español, más tarde con el otomano, después con el británico, el portugués y hoy está ocurriendo con el norteamericano. No otra es la conclusión que puede extraerse al mirar los numerosos videos que ilustran la forma en que se “hizo justicia” con Khadafi, algo que descalifica irreparablemente a quienes se arrogan la condición de representantes de los más elevados valores de la civilización occidental. Sobre ésta cabría recordar la respuesta que diera Mahatma Gandhi a la pregunta de un periodista, interesado en conocer la opinión del líder asiático sobre el tema: “es una buena idea”, respondió con sorna.
El imperialismo necesitaba a Khadafi muerto, lo mismo que Bin Laden. Vivos eran un peligro inmediato, porque sus declaraciones en sede judicial ya no serían tan fáciles de ocultar ante la opinión pública mundial como lo fue en el caso de Saddam Hussein. Si Khadafi hablaba podría haber hecho espectaculares revelaciones, confirmando numerosas sospechas y abonando muchas intuiciones que podrían haber sido documentadas contundentemente por el líder libio, aportando nombres de testaferros imperiales, datos de contratos, comisiones y coimas pagadas a gestores, cuentas en las cuales se depositaron los fondos y muchas cosas más. Podríamos haber sabido que fue lo que Estados Unidos le ofreció a cambio de su suicida colaboración en la “lucha contra el terrorismo”, que permitió que en Libia se torturara a los sospechosos que Washington no podía atormentar en Estados Unidos. Habríamos también sabido cuánto dinero aportó para la campaña presidencial de Sarkozy y qué obtuvo a cambio; cuáles fueron los términos del arreglo con Tony Blair y la razón por la cual hizo donativos tan generosos a la London School of Economics; cómo se organizó la trata de personas para enviar jovencitas al decrépito fauno italiano, Silvio Berlusconi, y tantas cosas más. Por eso era necesario callarlo, a como diera lugar.
El último Khadafi, el que se arroja a los brazos de los imperialistas, cometió una sucesión de errores impropios de alguien que ya venía ejerciendo el poder durante treinta años, sobre todo si se tiene en cuenta que el poder enseña. Primer error: creer en la palabra de los líderes occidentales, mafiosos de cuello blanco a los cuales jamás hay que creerles porque más allá de sus rasgos individuales –deleznables salvo alguna que otra excepción– son la personificación de un sistema intrínsecamente inmoral, corrupto e irreformable. Le hubiera venido bien a Khadafi recordar aquella sentencia del Che Guevara cuando decía que “¡no se puede confiar en el imperialismo ni un tantito así!”. Y él confió. Y al hacerlo cometió un segundo error: desarmarse. Si los canallas de la OTAN pudieron bombardear a piacere a Libia fue porque Khadafi había desarticulado su sistema de defensa antiaérea y ya no tenía misiles tierra-aire. “Ahora somos amigos”, le dijeron Bush, Obama, Blair, Aznar, Zapatero, Sarkozy y Berlusconi y él les creyó. Tercer error, olvidar que como lo recuerda Noam Chomsky, Estados Unidos sólo ataca a rivales débiles e inermes, o que los considera como tales. Por eso pudo atacar a Irak, cuando ya estaba desangrado por la guerra con Irán y largos años de bloqueo. Por eso no ataca a Cuba, porque según los propios reportes de la CIA ocupar militarmente la isla le costaría un mínimo de veinte mil muertos, precio demasiado caro para cualquier presidente.
Los imperialistas le negaron a Khadafi lo que les concedieron a los jerarcas nazis que aniquilaron a seis millones de judíos. ¿Fueron sus crímenes más monstruosos que las atrocidades de los nazis? Y el fiscal general de la Corte Penal Internacional, Luis Moreno Ocampo, mira para otro lado cuando debería iniciar una demanda en contra del jefe de la OTAN, causante de unas 70.000 muertes de civiles libios. En una muestra de repugnante putrefacción moral la secretaria de Estado Hillary Clinton celebró con risas y una humorada la noticia del asesinato de Khadafi. (Ver http://www.youtube.com/watch?v=Fgcd1ghag5Y) Un poco más cautelosa fue la reacción del Tío Tom (el esclavo negro apatronado que piensa y actúa en función de sus amos blancos) que habita en la Casa Blanca, pero que ya hace unas semanas se había mostrado complacido por la eficacia de la metodología ensayada en Libia, la misma que advirtió podría ser aplicada a otros líderes no dispuestos a lamerle las botas al Tío Sam. Esta ocasional victoria, preludio de una infernal guerra civil que conmoverá a Libia y todo el mundo árabe en poco tiempo más, no detendrá la caída del imperio. Mientras tanto, como lo observa un agudo filósofo italiano, Domenico Losurdo, el crimen de Sirte puso en evidencia algo impensable hasta hace pocos meses: la superioridad moral de Khadafi respecto de los carniceros de Washington y Bruselas. Dijo que lucharía hasta el final, que no abandonaría a su pueblo y respetó su palabra. Con eso le basta y sobra para erguirse por encima de sus victimarios.