El cuento del aislamiento

Los acuerdos celebrados con Rusia y China no podrían ser caratulados como las noticias más populares del momento, entre otras cosas porque su repercusión en los medios de mayor alcance es –para ser benévolos– francamente secundaria. Pero si se observa el mediano y largo plazo, y en alguna medida también el corto, son de los hechos más trascendentales de los últimos tiempos.

Al margen del espacio exiguo que le confirió la prensa opositora (sus noticieros televisivos del jueves a la noche directamente ignoraron que visitaba el país el presidente de la segunda potencia mundial), esa falta de repercusión es comprensible. En el caso particular de los negocios con los chinos, además, hay el antecedente del episodio de 2004, cuando Kirchner y su par Hu Jintao declararon tanto como ahora que la relación entre ambos países era estratégica. En aquel momento, con origen desconocido, se dejó correr que Beijing aportaría 20 mil millones de dólares en concepto de nunca se supo qué. La versión tardó poco en revelarse como falsa. Subsistirá la duda de si fue torpemente influida por Casa Rosada, para generar algún pico de entusiasmo cuando Argentina ni siquiera veía las puertas del purgatorio; si se trató de una auténtica fantasía oficial, o si consistió en una opereta para dejar en orsay al Gobierno. Cualquiera haya sido el origen, quedó como el gran cuento chino. Pero no es por eso que los acuerdos actuales despiertan antes indiferencia que prevenciones. Es que el amperímetro de los sectores bajos y medios se mueve con primacía por la realidad del bolsillo cotidiano, las expectativas por fuentes laborales y estabilidad del empleo, la percepción positiva o negativa en torno del horizonte más bien inmediato. Pretender que eso sea reemplazado por una contentura masiva, debido a que los rusos acaban de rotularnos como socio estratégico principal en América latina, o a que los chinos invertirán y prestarán a tasa baja y largo plazo una carrada de miles de millones de dólares, sería de una ingenuidad a toda prueba. Cómo se afronta la suerte en el supermercado o en el chino, justamente está a kilómetros por delante de estrategizar que Moscú apuesta fuerte en la energía nuclear argentina o que Xi Jinping anuncia unos 5 mil millones de dólares para las dos represas hidroeléctricas sobre el río Santa Cruz (que serán completamente nacionales, aportando casi un cinco por ciento de la electricidad que consumimos). El Estado argentino comenzará a pagar el préstamo una vez que las centrales estén funcionando, lo cual supone cinco años y medio de gracia, y participan en el crédito tres bancos chinos de primera magnitud. Recibirán la contrapartida de venta de energía. Es también con los chinos que se acuerda la renovación del swap (pase) conveniado en 2009: canje de yuanes por pesos, que no necesariamente implica un desembolso para integrar respaldos monetarios sino un reaseguro que favorece a Argentina si hubiera presión cambiaria o caída en el flujo de reservas. Todo muy bonito, dirán la lógica y sensibilidad generales junto con la propaganda contraria de ciertos intereses mediáticos, pero el pequeño detalle es que mientras tanto hay un escenario de caída de consumo y problemas de estabilidad laboral anclados, entre otras causas, en el motor percutido de las áreas automotriz y de la construcción. Es cierto. No debería decirse que el Gobierno está inmóvil contra ese presente, porque despliega políticas de protección institucionales y asistencialistas que, hasta aquí, contienen con éxito el descontento y la incertidumbre social y sindical. Son respuestas que tienen al Estado como actor principal, y no a los agentes económicos privados. Como fuere, el clima económico no es el mejor. Sin embargo, y siendo que de los laberintos se sale por arriba, las dificultades de coyuntura no deben extraviar la mirada acerca de si en lo estructural está obrándose a los tumbos o con buena mirada estratégica.

China es el segundo socio comercial de Argentina, solamente superado por Brasil. Son 14 mil millones de dólares anuales con una balanza comercial muy deficitaria, que traducido a productos significa que les vendemos materias primas sin valor agregado –soja a la cabeza– contra importación de manufacturas para armar electrodomésticos y otros bienes. Les despachamos porotos de soja, carnes de ave, cueros vacunos, aceite de maní. El avance en los acuerdos que se firmaron no ubica a los chinos como benefactores de la Argentina ni nada que se le parezca. La propia prensa adversa al Gobierno destaca que seguimos hablando de venderles energía, alimentos y minerales, pero a cambio de que ellos inviertan en infraestructura que en varios aspectos son de logística para bajar los costos de transporte de lo que necesitan. Son los casos de la red ferroviaria a través del Belgrano Cargas y el de los dos acueductos a construir en Entre Ríos, para regar tierras que producirán arroz. Y a más de la fabulosa inversión en la construcción de las centrales hidroeléctricas santacruceñas, los asiáticos garantizan financiación preferencial para construir una cuarta central nuclear, con tecnología similar a la de Embalse y a instalarse en la localidad bonaerense de Lima, junto a Atucha I y II. Se sugiere leer la nota del colega Fernando Krakowiak, en Página/12 del viernes pasado, que precisa los alcances de este acuerdo que podría incluir la construcción de un quinto reactor para el que ya precalificaron multinacionales estadounidenses, francesas, rusas y coreanas, a más de otra china (CNCC). El presidente chino llegó con una comitiva de más de 200 empresarios y se firmaron acuerdos bilaterales en varias áreas. Hasta hace unos 20 años, Argentina les compraba a los chinos zapatos y juguetes. Ahora les compramos maquinaria, partes de motos y productos para el hogar, como subraya el presidente de la cámara comercial argentino-china, Ernesto Fernández Taboada, a la par de reconocer que se incrementa la venta de aceite de oliva y cacahuete, pescado, madera, vino tinto, alas y garras de pollo. Agilizar todo eso requiere invertir y prestar en infraestructura aquí, y por supuesto que el esquema llama a preguntarse si no sería mejor una activación local de economías regionales integradas, menos sujeta a los gigantes emergentes, a los acuerdos de élites empresariales y a la importación de insumos que comprenden ciertas inversiones externas. Suena atractivo y desde ya que podría ser complementario, pero no parece realista cuestionar a rajatabla este tipo de alianzas productivas si se juzga la dimensión de los actores en juego, la dinámica política y, en definitiva, las probabilidades de desarrollo en los marcos de un sistema capitalista integrado a escala global como nunca sucedió en la historia.

Convendría también detenerse en que Argentina acaba de participar en la sexta cumbre del grupo Brics, sigla empleada internacionalmente para referirse de modo conjunto a Brasil, Rusia, India y China, y a los que en 2010 se agregó Sudáfrica. Son el 43 por ciento de la población mundial, con casi un cuarto de la economía planetaria y creciendo año a año: el comercio entre ellos ascendía a unos 21 mil millones de euros en 2002, para alcanzar casi 250 mil millones de la misma moneda en 2012. Esta semana se anunció la creación de un banco de los Brics, destinado a cubrir necesidades de financiación e infraestructura de los emergentes. Es similar al mecanismo creado hace cuatro años y del que forman parte países del sudeste asiático más China, Japón y Corea del Sur. Argentina fue invitada a la reunión que se efectuó en la ciudad brasileña de Fortaleza y Cristina informó que recibió un amplio apoyo de Brics en la batalla contra los buitre. Aunque el respaldo no se expresó de manera declaratoria formal, varios referentes de las naciones del grupo ya lo habían manifestado. Es un dato político importante, si bien la prensa opositora prefirió destacar que Argentina no fue invitada a sumarse al conjunto. Dilma Rousseff se ocupó de aclarar que eso es “por ahora”, pero en realidad nunca estuvo en danza que Argentina fuese convocada a integrarse. En otras palabras, construyeron una observación previa por la negativa para que el saldo positivo de la participación del país quedase licuado. Un manipuleo que no es ninguna novedad, sin que por eso deba dejar de señalárselo porque en este caso, además, fue la propia cumbre Brics lo que no recibió un despliegue informativo acorde a su magnitud. Salvo, claro, si se considera chaucha y palito la conformación expansiva de un bloque de poder mundial que trastrueca el eje Estados Unidos-Europa, para equilibrarlo con el de Asia-Pacífico –junto con algunos grandes actores sudamericanos– y lo que eso suponga en las relaciones globales de poder. El colonialismo mental de algunas gentes les impide asomarse a lo que está delante de sus narices.

Excepto por los 20 años de impunidad tras el atentado a la AMIA, no se diría que haya habido, para rango de primera plana, noticias mejor merituadas que las descriptas. Pero no fue así y, tras los ecos del desempeño de la Selección en el Mundial y los incidentes alrededor del Obelisco, se volvió a los avatares de palacio y a las coyunturas de la economía doméstica. Sólo metió baza el estado de la negociación con Griesa y sus amiguitos. Que eso se comprenda, y hasta justifique, no implica que la vista renuncie a esforzarse para llegar más lejos. Debería ser insólito que algunos persistan en hablar de una Argentina afuera del mundo, aislada, librada a la buena de Dios de ser “argenzuela” o tonterías por el estilo. Esa gente necesita salir a buscar un poco de aire fresco, informarse mejor, tomar nota de que ese mundo está en un movimiento que ya no responde estrictamente a la lógica imperial y binaria. O lo saben y no lo dicen, o están convirtiéndose en una derecha vieja.

Marxismo y Sociología

Lefebvre presenta en este artículo una reflexión alrededor del marxismo y de la definición que la sociología adquiere en su ligamen con el primero. Se explica además brevemente el método dialéctico, en cuanto fundamento del desarrollo de la sociología que permite unificar el rol de las ciencias sociales, en la comprensión de la totalidad (en este caso francesa). Asimismo, Lefebvre establece una serie de vínculos entre la Sociología y la Etnografía, la Economía Política, la Psicología y la Política, con el fin de aprehender las contradicciones que caracterizan la realidad social y fundar así una sociología científica.

Traducción: Roy Alfaro Vargas

Revista de Ciencias Sociales - Universidad de Costa Rica nº142

Crecimiento y brecha de infraestructura

La prescripción teórica habitual para las decisiones sobre Inversión Pública se basa en el criterio de maximizar la contribución del proyecto al producto del país o, en su defecto -cuando no es posible calcularlo directamente-, al bienestar de la sociedad. Dicha metodología tiene una multiplicidad de supuestos, de los cuales uno de los centrales es que se aplica bajo la consideración apriorística de una estructura productiva y social prefigurada.

El problema con las dinastías

Algunas personas me han pedido que comente la reciente defensa de Greg Mankiw de la riqueza heredada en The New York Times. Es un artículo raro y extrañamente alejado de las preocupaciones reales sobre el capitalismo patrimonial. Pero permítanme centrarme en dos de los problemas esenciales del análisis de Mankiw: uno es puramente económico y el otro está relacionado con la política económica.

Vayamos al económico. Mankiw sostiene que la acumulación de riqueza dinástica es buena para todo el mundo porque aumenta las reservas de capital y, por tanto, redunda en los trabajadores en forma de salarios más elevados.

Sólo con políticas activas

La economía argentina mantiene la tendencia al amesetamiento iniciada a mediados de 2013 con sectores que están aumentando su producción y otros que evidencian retrocesos. La industria muestra una tendencia declinante, pero resulta muy difícil evaluarla como un todo, ya que cada sector manufacturero tiene sus propias características. Los aumentos salariales otorgados a partir de la firma de las paritarias, sumados a una morigeración de los aumentos de precios, tenderá a generar una mejora en el consumo, que se vio afectado en los últimos trimestres. La economía está funcionando con capacidad instalada ociosa, fruto de estos años de importante inversión, por lo cual debería responder a los estímulos de la demanda sin impactar en los precios.

Mickey en Brandeburgo

El viejo Check Point Charlie, devenido en montaje histórico y museo, es uno de los centros turísticos más promocionados de Berlín. Si algo no se puede negar, es que esa zona mantendrá siempre su condición de "sector americano", con su aire de Hollywood y de mala lectura de John le Carré, pero con la evolución correspondiente del american way of life: en una esquina Mc Donald's, en la otra Starbucks, y para completar Dunkyn Donuts, en uno de los países de mejor repostería del mundo. La bandera norteamericana pareciera tener más presencia que la alemana, y en una de las calles laterales, a unos doscientos metros quizá, una estatua de George Bush y de Mijail Gorbachov.

Ensalada

La información sobre la cantidad de pobres se ha convertido en un terreno fértil de disputas políticas a partir de la subestimación del Indice de Precios al Consumidor oficial, que comenzó a repararse en la gestión Kicillof con el nuevo dato de inflación de alcance nacional. Es tal la distorsión que provocó el Indec en un indicador clave de la situación social que se armó una competencia sobre quién difunde el porcentaje más elevado. Algunos estrujan tanto las estadísticas que van a concluir que hasta gerentes de bancos se encuentran por debajo de la línea de pobreza. Por ese sendero grupos políticos que se dicen de izquierda y presionan por eliminar el impuesto a los altos ingresos, gravamen que especialistas en equidad tributaria destacan como uno de los más progresivos de una estructura impositiva, terminarán por proponer transferencias monetarias del Estado a sectores medios y altos “pobres” a partir de sus exagerados cálculos. Para interesados en ese debate que quieren evitar el mar de confusiones es oportuno conocer cómo se construyen los indicadores no oficiales que se contraponen al del Indec. Ese valioso aporte lo ha realizado el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO).

“La discusión metodológica sobre la estimación de la pobreza” es el documento de esa institución, elaborado por Andrés Asiain, Pablo García y Estefanía Manau. El informe se plantea el objetivo de clarificar aspectos metodológicos de las principales publicaciones que han estimado la magnitud de la pobreza en el país. Evaluaron seis pero la que tiene mayor presencia en el espacio público es la realizada por el Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la Universidad Católica Argentina. Es la utilizada como insumo principal para el análisis social de la Iglesia argentina. Por ese motivo es la más relevante en términos políticos.

El informe del CESO es muy esclarecedor para entender la distorsión estadística del indicador de pobreza que la Iglesia lo recoge como propio. Describe que en los últimos años la difusión de la cantidad de pobres que existen a partir del cálculo ODSA-UCA ha tenido mucha repercusión en medios de comunicación, “predominantemente en las publicaciones del Grupo Clarín y La Nación, siendo ODSA financiado por Fundación La Nación, entre otros”. Explica que los niveles de pobreza e indigencia de esa estimación son obtenidos bajo una metodología de valorización ad-hoc de canastas de bienes y servicios, resultante de relevamientos propios y realizados con cierta periodicidad. “Sin embargo, se pasa por alto la vulnerabilidad de algunos aspectos metodológicos que tienden a una sobreestimación del índice de pobreza y una subestimación de la desigualdad del ingreso (de la que no publican ningún indicador)”, menciona el CESO.

Las críticas son muy precisas y hasta ahora no han sido refutadas por los investigadores de la UCA. Una de ellas apunta a que la cobertura muestral del índice de pobreza del ODSA está reducida a ocho aglomerados y no a los treinta y uno de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec, y que a partir del 2010 la amplió a Zárate, Goya y San Rafael, localidades no contempladas en la EPH. Como se enseña en el curso básico de estadísticas, comparar ambos índices es lo mismo que mezclar peras con manzanas, salvo que se quiera hacer una ensalada.

Asiain, García y Manau señalan entonces que del universo de hogares encuestados por el Indec, sólo aproximadamente el 30 por ciento integra la muestra del centro de estudios de la Iglesia (resultando un total de 5712 hogares), siendo la misma sobre el marco muestral del Indec del 2001 y no del último del 2010. Pese a que es una muestra menor y con las características detalladas sobre su cobertura, esa troika de investigadores afirma que eso sólo “no puede justificar por sí misma los desvíos en los índices de pobreza del Observatorio con respecto a las mediciones de otros trabajos”.

El factor clave mencionado por CESO para comprender los resultados de esas mediciones y las diferencias en términos metodológicos es que la Encuesta de la Deuda Social –también elaborada por el centro de la UCA– capta en forma deficiente los hogares con los ingresos medios-altos y altos. “Este sesgo muestral genera como consecuencia un mayor porcentaje de pobres en relación con la muestra, pero una mejor distribución del ingreso como contraparte”, indican. Para señalar que es cuestionable que ODSA decida publicar solamente el indicador de pobreza y ocultar la medición del Gini en sus informes (indicador que explica la desigualdad de ingresos), que a partir de esos datos indicaría un nivel similar al de los países escandinavos, o sea una muy baja desigualdad de ingresos. Este absurdo estadístico fue confirmado por Agustín Salvia, coordinador e investigador jefe del Observatorio, en un reportaje que compartió con Asiain en el programa A cara lavada, de Radio Nacional. Salvia aseguró que la encuesta no capta hogares con ingresos mayores a 20.000/30.000 pesos, porque los considera poco representativos y sin incidencia dado el tamaño de la muestra. Así sobreestima la cantidad de pobres.

Esas mediciones tienen entonces deficiencias, porque comprenden muestras acotadas hacia los deciles de la población con menores ingresos, lo que permite tener índices de pobreza e indigencia más elevados, pero mayor homogeneidad en la distribución de ingresos, otorgando un diagnóstico de la situación social contradictorio y alejado de la realidad. Los investigadores del CESO concluyen que “para que la estimación que surge de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec alcance los niveles de pobreza publicados por ODSA (27,5 por ciento) sería necesario excluir del análisis a un 33,6 por ciento de población no pobre. No resiste de ese modo la menor prueba de rigurosidad metodológica para un indicador estadístico de pobreza.

El informe de pobreza de la UCA tiene las siguientes debilidades metodológicas, para concluir que no puede ser considerado un indicador confiable ni con piedad eclesiástica:

- Canasta de bienes y servicios: utiliza una propia con relevamiento propio de precios, sin preocuparse de ajustar la cuestionada del Indec para realizar una comparación homogénea.

- Cobertura muestral: apenas integra ocho de los treinta y uno aglomerados de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec, además de sumar otros tres que no forman parte de la EPH.

- Universo de hogares del relevamiento: sólo 5712 hogares, el 30 por ciento del marco muestral del Indec del 2001, que además está desactualizado porque hay otro del 2010.

- Encuesta recortada: los hogares con los ingresos medios-altos y altos fueron excluidos, lo que resulta una sobreestimación de la pobreza.

Esto último es bastante sencillo de entender. Si se excluye a la población de ingresos medios y altos, de las personas que quedan de la muestra hay más pobres. Es lo que se conoce como manipulación estadística, siguiendo la muletilla conservadora de estos años.

En esta época que la palabra y la foto con el Papa es utilizada por el oficialismo y por las oposiciones políticas y otras, el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina tiene la oportunidad de confesar sobre cómo construye sus indicadores de pobreza haciendo propia la invitación de Francisco en su primera Misa de Gallo como pontífice, celebrada en la basílica vaticana, cuando pidió que no prevalezcan “el orgullo, la mentira y la búsqueda del propio interés”.

La discusión metodológica sobre la estimación de la pobreza

El mes de abril de este año el CESO publicó el informe "Pobreza e indigencia en Argentina" con el propósito de brindar información objetiva sobre la evolución de los indicadores de Pobreza e Indigencia durante la última década. Los resultados del informe evidenciaron que el porcentaje de población pobre, que era del 46% en el segundo semestre de 2003, se ubicó por debajo del 15% en el último año y medio. Por su parte, el porcentaje de población indigente (aquellos que no acceden a una alimentación mínima), que era del 19% en 2003, se encuentra por debajo del 5% desde hace dos años y medio. El informe se hizo público en el marco de un debate sobre las distintas metodologías utilizadas para estimar la pobreza, donde unos achacan a otros querer reducir o incrementar los estimadores de pobreza e indigencia, con el sólo afán de favorecer o desfavorecer al oficialismo o la oposición.