Golpismo policial

El nuevo golpismo neoliberal tiene como vanguardia operativa a las fuerzas policiales y otros agentes de seguridad. Dada la carencia de legitimidad de las Fuerzas Armadas latinoamericanas, producto de sus criminales operaciones orientadas a generar desapariciones forzadas y la ejecución de múltiples masacres consumadas durante el último tercio del siglo XX, el Departamento de Estado ha diversificado sus vínculos, concentrándose en las organizaciones dedicadas a la criminalidad.

Guerra al corazón sudamericano

El golpe de estado en Bolivia es la peor deriva posible de la disputa entre dos modelos de sociedad opuestos, cuya encrucijada se dirimía en las últimas elecciones: saber si Bolivia ratificaba el camino hasta ahora transitado, o si retrocedía y desarticulaba lo conquistado, como señalamos en una nota reciente con algo más de desarrollo (1).

Bolivia: la importancia de la política menor

El golpe desbarrancó la ilusión de Evo Morales de iniciar un cuarto mandato. La anterior solidez ético-ideológica del MAS se desgastó a causa de los sucesivos intentos de habilitar la reelección y de su vínculo relativo con las organizaciones sociales. Sin embargo, son estos movimientos (campesinos, indígenas, obreros, vecinales) quienes hoy tienen la llave para activar la resistencia.

Ingreso, ocupación y exclusión laboral

En el primer trimestre de 2005, los ocupados que percibían más de cinco salarios mínimos eran 4 millones 185 mil personas, 10.1% del total. Años después, en el cuarto trimestre de 2012, siempre con base en información del Inegi, quienes ganaban más de cinco salarios mínimos eran 3.9 millones de personas. La cifra equivalía a 8% de la población ocupada. En el tercer trimestre de 2018, casi al final de la administración federal de Enrique Peña Nieto, eran 2.4 millones de personas, que representaban 4.45% de la población ocupada.