Buitres
Desde hace poco tiempo Argentina es blanco de ataques en varios frentes, relacionados con la suspensión de pagos de su deuda decidida en 2001, y con procedimientos ante el Ciadi (Centro Internacional de Arreglos de Diferencias relativas a Inversiones), un tribunal de arbitraje del Banco Mundial muy controvertido. El 26 de marzo de 2012, el Departamento de Comercio Exterior de Estados Unidos suspendió a Argentina de su sistema generalizado de preferencias (SGP), un mecanismo que permite conceder tarifas aduaneras preferenciales a los países en desarrollo. El gobierno de Obama justificó esta sanción por la negativa de Argentina a acatar dos condenas, por un monto total de más de 300 millones de dólares, a favor de dos empresas estadounidenses que presentaron la demanda ante el Ciadi. Una de ellas, Azurix Corporation, que intentó dos acciones contra el Estado argentino ante este tribunal de arbitraje, había demandado, en efecto, la revisión del sistema generalizado de preferencias para excluir a Argentina. Este “brazo de la compañía quebrada Enron, en la industria del agua”, según las palabras del embajador argentino en Washington, había obtenido en 1999 una concesión por 30 años de la distribución de agua en dos de las tres regiones de la provincia de Buenos Aires. Las autoridades anularon más tarde esta concesión debido a la falta de cumplimiento de las normas en términos de inversiones y de calidad del servicio.
La Argentina en la posconvertibilidad: ¿Un nuevo modelo de desarrollo?
Luego de sufrir una de las crisis más graves y duraderas de su historia (1998-2002), la economía argentina ha presentado un desempeño económico notable que se refleja en buena parte de los indicadores macroeconómicos. En efecto, entre 2002 y 2010 el producto interno bruto (PIB) creció a una tasa anual acumulativa del orden del 7,6% (a precios constantes), el producto industrial lo hizo a una tasa aún más elevada (9,5% anual), las cuentas fiscales fueron superavitarias, se redujo el peso de la deuda pública sobre el producto y cayó significativamente el desempleo, entre otras cuestiones relevantes. En relación al sector externo, el déficit de cuenta corriente que había predominado durante la vigencia del régimen de convertibilidad fue revertido, dando lugar a un superávit explicado, fundamentalmente, por el positivo desempeño de las exportaciones en el intercambio comercial.
Política Económica
Luego de la presentacion del último libro de Horacio Rovelli, compartimos el prólogo ofrecido por Jorge Marchini, profesor titular de economía UBA - CBC.
"Un comentario habitual de los estudiantes que se introducen al estudio de Economía es señalar que perciben un abismo entre los modelos y referencias explicativas de muchos cursos - bibliografías en relación a la realidad cambiante que observan y viven cotidianamente.
Lamentablemente, las observaciones y críticas estudiantiles de "desconexión", "lejanía","irrealidad" siguen siendo no aceptadas por muchos ámbitos universitarios. Se tiende a sostener explicaciones no abiertas a la reflexión y el debate basadas en una visión unívoca surgida del supuesto dogmático que la dinámica de la economía de mercado marcha naturalmente a la racionalidad y el equilibrio(...)"
La tasa de ganancia durante la posconvertibilidad. Un balance preliminar
No es casual que, aun tímidamente, resurja una creciente preocupación académica respecto a la dinámica que experimentó la tasa de ganancia durante la denominada posconvertibilidad1. Primero, desde una visión general, porque se trata de una de las variables más relevantes para el crecimiento económico, o, en otros términos, para la acumulación y reproducción ampliada del capital. Segundo, debido a que uno de los nudos críticos que plantea el régimen económico en curso (léase: el desequilibrio en la cuenta corriente del balance de pagos) tiene a la salida de las ganancias al exterior como uno de sus principales factores explicativos. Y, tercero, sólo para mencionar algunos de ellos, porque la revitalización de las negociaciones paritarias y la activación sindical durante la posconvertibilidad tienden a intensificar la puja distributiva, pero a partir de los magros niveles salariales resultantes de la crisis final del modelo de valorización financiera y la consiguiente megadevaluación de la moneda local en 2002.
De allí que la motivación principal de este ensayo se oriente al estudio de la tasa general de ganancia en la economía argentina, así como a reflexionar en torno a su propia dinámica y la forma específica que adoptan sus componentes determinantes.
Las PYMES del campo y la agricultura concentrada: dos modelos en pugna
Con los pies en la tierra
Aquella Argentina pensada por la Generación del 80 –exportadora de materias primas agropecuarias (trigo, maíz y carne vacuna especialmente) e importadora de bienes manufacturados–, que demandó mano de obra de inmigrantes para poblar y trabajar el campo nacional, poco a poco fue modificando su modelo productivo. El proceso que arrancó casi 100 años después, a principios de la década de 1960, y se aceleró vertiginosamente durante los 90 de la mano del modelo neoliberal que favoreció la especulación sobre la producción, la concentración sobre la diversificación y el fortalecimiento de los grandes propietarios en detrimento de los pequeños y medianos campesinos, impuso su modelo productivo: el sojero, basado en la siembra directa, la semilla transgénica y el glifosato.
Intensivo en capital y tecnología, el nuevo modelo impulsó acelerados procesos de concentración de la tierra y de capital y como inevitable consecuencia, la exclusión de miles de pequeños y medianos productores. Sin embargo, los datos del Censo Agropecuario Nacional 2002 (CNA 2002) –el último realizado–, muestran la presencia perseverante de estos sujetos agrarios: las 218.868 explotaciones de pequeños productores representan un 65,6% del total de instalaciones agropecuarias del país, y ocupan 23.519.642 hectáreas.
Pongamos freno a las corporaciones: ¿Quién? ¿Cómo? ¿Cuándo?
El capitalismo está en problemas. Seguramente no lo suficiente, pero tiene que lidiar con asuntos mucho más complejos que aquellos que enfrentaba hace una o dos décadas. No festejen – ni lloren – todavía. Un animal hambriento, acorralado, es más peligroso que uno bien alimentado, libre. El capitalismo se pregunta en cada momento, de dónde va a venir su próxima comida.
Desde que el neoliberalismo se volvió el modelo económico dominante a inicios de los años 80, y que el FMI ha impuesto los programas de ajuste estructural, primero en los países endeudados del Sur y ahora en Europa, los servicios públicos, en su mayoría, han sido privatizados. Pero esto no basta. Las corporaciones quieren que todos los servicios públicos se vuelvan una fuente de lucro, a la vez que no tienen inconvenientes en dejar las pérdidas al sector público. Las nuevas fronteras del asalto capitalista son la salud (a través de los seguros de salud u hospitales con fines de lucro), escuelas (con sistemas de bonos) y cárceles (con una cuota de ocupación garantizada…).
“Obama es un emperador negro”
Según Boff, el Hemisferio Sur demanda a los países centrales financiar la devastación causada por siglos de saqueo y advierte que el desarrollo sostenible del medio ambiente empieza por el combate a la pobreza y la desigualdad.
El Norte y el Sur vuelven a chocar en Río. Ese es el saldo de los primeros días de negociaciones infructuosas entre los diplomáticos de más de 100 países que participan en la cumbre Río+20 e intentan elaborar un documento único sobre qué hacer con el planeta a la deriva. Hay dos tesis en pugna. La de implantar una “economía verde” al gusto de Estados Unidos y Europa, que se desentienden del costo ambiental causado durante más de un siglo de saquear florestas y mares, una formulación rechazada por el Sur, que demanda a los países centrales financiar la devastación causada y advierte que el desarrollo sostenible del medio ambiente empieza por el combate a la pobreza y la desigualdad.
El religioso brasileño Leonardo Boff lleva años reflexionando y elaborando ensayos sobre ecología desde una perspectiva en la que retoma los fundamentos de la Teología de la Liberación. Boff, uno de los intelectuales de referencia de parte de los miles de militantes que ayer debatían bajo el sol primoroso de Río sobre cómo salvar el planeta, dinamitó los fundamentos de la “economía verde” durante una entrevista con Página/12.
Verde desteñido
La discusión sobre la propensión a tener dólares por parte de los argentinos con capacidad de ahorro se ha intensificado en las últimas semanas. El tema se abordó desde las motivaciones, influencia en el valor del tipo de cambio y su impacto en la actividad económica, la necesidad de desdolarizar segmentos como el inmobiliario. Sin embargo, sólo marginalmente se analizó otra cuestión que, si bien atañe al mediano y largo plazo, no debería dejarse de lado. Se trata de la declinación relativa que va teniendo la divisa estadounidense en la economía global. Lenta, pero muy persistente.
La influencia del dólar en el mundo, y en América latina en particular, más allá de que en la mayoría de los países de la región, singularmente en Brasil, no existe la “fiebre verde” como aquí, tiene más de medio de siglo vigencia. Ocurre desde que Estados Unidos fue uno de los ganadores de la Segunda Guerra Mundial y, sobre todo, desde que en 1971 pateó unilateralmente el esquema de tipos de cambio fijo establecido en Bretton Woods y convirtió al dólar en moneda hegemónica.
FMI y Christine Lagarde: ¡Basta ya!
Christine Lagarde, directora general del FMI realizó unas declaraciones sobre Grecia y África que exigen algunas puntualizaciones. Hace treinta años, estallaba la crisis de la deuda del Tercer mundo. Empujados a endeudarse y a exportar cada vez más, los países del Sur sufrían en carne propia la fuerte alza de los tipos de interés y el derrumbe de los precios de las materias primas orquestado por los medios financieros internacionales. Por supuesto la corrupción, el autoritarismo y la megalomanía de algunos dirigentes de esos países exacerbaron las crisis, pero no las habían provocado. El continente africano fue especialmente golpeado, las condiciones de vida se deterioraron y los indicadores sociales son todavía alarmantes. Los servicios públicos de salud y educación, entre otros, fueron rebajados por las exigencias de los acreedores con la música de fondo del FMI. Interrogada sobre Grecia, Christine Lagarde declaró al diario británico The Guardian: «Pienso más en los pequeños alumnos de una escuela de una aldea de Níger que sólo tienen dos horas de clase por día, que comparten entre tres una silla y que tienen sed de aprender»[1]. Christine Lagarde no precisó que Níger ha estado sometido a las exigencias del FMI durante más de 25 años. No puede ignorar que la responsabilidad de que los niños y niñas de Níger no tengan acceso a una escolaridad normal recae en su mayor parte en el FMI.
¿Por qué no amaina la crisis?
¿Por qué sigue agudizándose y extendiéndose la crisis económica europea? ¿Ignorancia? ¿Demasiado poder concentrado en pocas manos? ¿O será, quizá, todo lo contrario: que los que deben tomar las decisiones necesarias no tienen el poder para hacerlo? Creo que es una diabólica combinación de estos tres factores.
Ignorancia. Está claro que ni entre los gobiernos ni entre los expertos hay acuerdo acerca de qué hacer. El debate entre los defensores de la austeridad y quienes proponen gastar más para estimular el crecimiento de la economía domina los titulares. A medida que la crisis arrecia, este debate se transforma en un torneo de frases hechas y afirmaciones superficiales. Después de todo, la austeridad no suele ser una opción entre varias. Los pobres no viven austeramente porque, después de pensarlo bien, decidieran que prefieren ser frugales. Así, para muchos países -y familias- la austeridad es una feroz e ineludible realidad. Por otro lado, imponerles más austeridad a quienes ya no pueden vivir con lo poco que tienen tampoco es una opción válida. El debate sigue y la seguridad con la cual los más renombrados economistas ofrecen sus recomendaciones contrasta con la validez de sus pronósticos.
Andrew Lo, del MIT, acaba de publicar en el Journal of Economic Literature una reseña de los 21 libros que más resonancia tuvieron en los debates sobre la crisis. Su conclusión: "De este amplio y contradictorio conjunto de interpretaciones no emerge una narrativa única; la gran variedad de conclusiones. enfatiza la desesperada necesidad que tienen los economistas profesionales de ponerse de acuerdo sobre una base de datos común de la cual puedan construir inferencias y narrativas más precisas".
En otras palabras, si los mejores economistas ni siquiera se pueden poner de acuerdo sobre cuáles son los datos relevantes para explicar la crisis, no debe sorprendernos que tampoco estén de acuerdo acerca de qué hacer para salir de ella.
Mucho poder en pocas manos. También es obvio que la crisis no es sólo económica y que las contradicciones entre los expertos no bastan para explicar lo que está sucediendo. La política tiene mucho que ver, y hablar de política es hablar de poder. Hay protagonistas de este drama que, aunque no tienen el poder para solucionar la crisis, tienen el poder de vetar las iniciativas ajenas que no les convienen y así truncar el juego. La canciller alemana, Angela Merkel, por ejemplo, es uno de estos protagonistas con enorme poder de veto. La venta de un bono único emitido por Europa es un buen ejemplo de iniciativas válidas que hasta ahora han sido frenadas por Alemania. Estos eurobonos tendrían la garantía colectiva de todo el continente, lo que disminuiría su prima de riesgo.
Pero en estos tiempos el poder no sólo se concentra en algunos países y líderes. Los financieros que tienen la capacidad de mover grandes volúmenes de capital también son protagonistas importantes del drama europeo. Si bien no pueden imponer políticas, sí pueden vetar decisiones o limitar las opciones de los gobiernos.
Poco poder en muchas manos. Por otro lado, un paradójico y contradictorio aspecto del poder en estos tiempos es su escasez, precariedad y transitoriedad. Aun los más poderosos se encuentran con inmensas limitaciones para ejercer el poder. Y además lo pierden con inusitada frecuencia, siendo reemplazados por rivales, colegas o sorprendentes contendientes que aparecen súbitamente. Merkel no puede hacer todo lo que le gustaría y sus opciones son restringidas por una miríada de micropoderes que, si bien no tienen la fuerza de imponer sus deseos, sí tienen cómo limitar a los más poderosos. Ni siquiera los líderes de las finanzas pueden hoy dormir tranquilos suponiendo que sus cargos e instituciones están a salvo de la turbulencia en la que vivimos. Incluso quienes más poder tienen sólo pueden influir sobre su evolución de manera tenue e indirecta. La crisis sigue porque en Europa no hay quien tenga el poder para contenerla. Por ahora.